A punto estuvo el concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, de tirar por tierra el trabajo realizado por los falleros durante tres años en pro de revitalizar la falla. Tan poco, como que apenas fueron ocho votos los que validaron el esfuerzo de un nutrido grupo de falleros, integrados en todos los colectivos que se preocupan por la falla, incluida la propia JCF. Un trabajo nacido desde el acuerdo entre todas las partes, gracias nuevamente, mal que le pese a unos cuantos, a la labor callada de la Interagrupación de Fallas de Valencia.
Tres años hace que se estableció una mesa de trabajo encabezada por el fallero, y a su vez artista, Jordi Palanca, con el fin de poner encima de la mesa pros y contras de la situación actual de la falla. Una mesa conocedora por todos los presidentes de agrupación, y por ende de sus respectivas comisiones y bases; de no ser así, que cada fallero pida responsabilidad a su presidente. Una mesa a la que se sumaron federaciones, delegados de sector y la propia JCF. De ella salió también la propuesta del pasado ejercicio; propuesta que como deberían recordar quedó abierta para ajustar baremos tras conocer los resultados.
Un trabajo que en el presente ejercicio buscó nuevamente consensuar un beneficio global de todas comisiones, ajustar errores y que sirviera de base para revitalizar la falla, más allá incluso de los que declaran 2 y pagan 4. Pero no, hubo quien a última hora quiso dárselas de listo. Erigirse como protagonista, y dejar su impronta para ganar con ello la foto que pudiera rentabilizar junto al titular deseado, en los informativos a la carta de los que ahora más que nunca dispone, o en la hoja parroquial al uso.
Sacar banderas a la calle tiene su riesgo. Si te envuelves en ella sin precaución, un golpe de viento te puede dejar con el culo al aire. Básicamente lo que acabó pasándole al concejal, quien en lugar de defender al colectivo que en principio representa, quiso ponerse del lado más rentable, políticamente hablando, pero claro, sin aportar ni uno. Lo hizo de nuevo a costa de los bolsillos que ya pagan a diario la fiesta, el de los falleros.
Al parecer ahora el concejal quiere falla, como todos desde hace años, pero que la paguen los de siempre, los falleros. Como lo de la pirotecnia. Medalla al pecho por subirles la dotación, pero a costa del presupuesto de los falleros, que sigue sin consensuarse con ellos. Disparando nuevamente con pólvora del rey.
Menos mal que a pesar de las campañas subterráneas, de las filtraciones, de los informadores desinformados y de las interesadas baremaciones de dinero por fallero y falla como verdad absoluta sin tener en cuenta infinidad de variables, salió adelante la propuesta. Un poco más de fontanería oficialista, dos informativos autonómicos al dictado, y los artistas, que bien podían dejar algunos de cargar contra sus clientes en casa ajena y preocuparse más del pirateo en casa propia, se quedan sin ese primer paso para aumentar la dotación en falla. Visto el margen de la votación, los artistas deberían agradecer a los falleros este paso, porque si por el concejal fuera, ¿imaginan en dónde hubiera acabado su propuesta de cantos de sirenas? Equivocaron la puerta a la que llamar.
Falleros y artistas deben caminar juntos, evitando fraudes, apostando por la falla desde el consenso, no desde la política. Mientras, políticos e instituciones deben promover uno de los grandes motores económicos de la sociedad, con incentivos directos, fiscales, o vía una legislación acorde a las circunstancias.