¡Habemus Falleras Mayores! El proceso se ha cumplido a pesar de un sistema de elección, en mi opinión, erróneo o viciado desde su origen. No lo digo por el fallo emitido, vaya por delante mis máximos respetos a las elegidas y a sus valedores. Mi reflexión, finalizado el proceso, es la provocada por el hartazgo ante los anuales chismorreos de quienes, por sistema, pagan sus frustraciones en redes sociales o foros diversos, mientras callan donde deberían si realmente tuvieran pruebas que justificaran su queja. El colectivo fallero eligió a una mujer y una niña según marca su Constitución, mientras un Congreso Fallero o la política diga lo contrario, bajo el criterio subjetivo de un jurado elegido por los propios falleros, más la incompresible cuota política cual derecho feudal.
Y digo bajo su criterio porque, a día de hoy, nadie sabe en realidad cuáles son las cualidades necesarias para ostentar el cargo de Falleras Mayores. Reitero el concepto, criterio y Falleras Mayores, ya que por mucho que se insista, no existe que yo sepa, a día de hoy, ni la tan manida preselección a Cortes de Honor en el actual Reglamento Fallero, ni tampoco un criterio que estipule los valores necesarios para ocupar la cadira d’or. Veintiséis candidatas a dos puestos.
Más allá de la reiterada incorrección léxica, todos podemos establecer cuáles son para nosotros, al igual que el jurado elegido al efecto, las mejores cualidades. Un juicio de valor subjetivo basado en la experiencia personal, profesional, o criterio particular de lo que debe ser una Fallera Mayor. Algo nada criticable y principalmente respetable. Ahora bien, criterios, como culos, cada uno tenemos el nuestro, respetables, pero propios.
¿Alguien entendería la elección de un proyecto de obra, la oposición a un puesto de trabajo, o elección de falla municipal sin unos criterios estipulados, temario, o bases previas? Bueno, lo de la falla municipal lo dejo en cuarentena...
La elección, democrática porque así se aprobó su proceso en asamblea, se rige bajo lo establecido en el Reglamento Fallero. Pero ¿en qué asamblea se aprobaron las bases o criterios por los que se debe guiar el jurado en su elección? ¿Por qué un cheque en blanco asambleario al criterio subjetivo de siete respetables seres humanos? ¿Nos importa tan poco la fiesta que no deseamos la mejor representación posible? Ni tan siquiera el primero de los jueces del reino puede hacer prevalecer su criterio sin atenerse a unos preceptos establecidos en el ordenamiento jurídico en vigor, pero curiosamente sí las Fallas.
Dejemos de alimentar la chabacanería y el descrédito en los mentideros poniendo soluciones. Esta falta de criterio sólo incentiva el faranduleo, las dudas, la bronca en redes, foros, medios o pseudomedios con valoraciones o quinielas denigrantes.
¿Para cuándo unos criterios claros, un mínimo exigible y por escrito? ¿Por qué no una prueba tipo test abalada por profesionales que permita conocer la capacitación para ostentar el cargo, alejando así las especulaciones sobre favoritismos? ¿A qué tenemos miedo? Ya no pido que el proceso concluyera en la primera quincena de septiembre, que también, ni que se reduzca el número de elegidas a la mitad, que creo sería bastante lógico, sólo reflexiono sobre la necesidad de un criterio acordado democráticamente donde se establezcan los valores que deben tener para la mayoría, las máximas representantes de la fiesta. ¿Es esto tan complicado?