Ni en los peores sueños podíamos imaginar la situación que estamos viviendo. Una pandemia capaz de paralizar el mundo, capaz de recordarnos cuáles son nuestras prioridades en la vida, capaz de unirnos y solidarizarnos, capaz de poner a la Humanidad en su sitio. Una pandemia que esperemos que pase rápido, que la olvidemos pronto y que se llegue a esa ansiada normalidad tan deseada ahora por todos nosotros.
Y lógicamente el mundo de las Fallas no es ajeno a la misma. Veníamos de un terremoto (permítanme la expresión) con el cambio de presidencia en JCF y la concejalía de Cultura Festiva, iniciamos la fiesta con la mirada puesta en lo que estaba pasando en ciertos países del mundo y lo que podría pasar en el nuestro y en nuestra ciudad. Empezamos el calendario festivo pensando que finalmente iba a ocurrir lo que finalmente ocurrió, el aplazamiento de la Fallas. Una decisión lógica, pero dolorosa. Dolorosa para todos, pero evidentemente necesaria. Nadie quería tomar la decisión, nadie lo quería anunciar, y al final fue el president de la Generalitat, Ximo Puig quién lo hizo. No ocurrió lo mismo cuando se decidió anunciar la nueva fecha, donde ahí el Ayuntamiento actúo rápido y sí lo quiso decir. El mundo fallero lo necesitaba escuchar. Quizá una decisión prematura, porque nada está garantizado, es más personalmente pienso, que celebraremos las Fallas en 2020, pero no en julio, lo haremos en octubre. Puede que me equivoqué, ojalá, pero viendo cómo está la situación fácil no lo tenemos.
Intentando buscar algo positivo de todo lo que estamos viviendo y la crisis que afecta a muchos sectores de nuestra fiesta, quiero destacar y centrarme en las diferentes reacciones que tuvo la sociedad valenciana al día siguiente del anuncio del aplazamiento de las Fallas. Reacciones de todo tipo y toda índole, procedentes de todos los ámbitos: el empresarial, el cultural y el social. Estábamos en shock y tristes, la ciudad no era la misma. Todo eran lamentaciones de lo que suponía no celebrar nuestra fiesta. Esa tristeza lógicamente se acentuaba en el colectivo fallero, pero también en el resto de la sociedad. Todo el mundo hablaba del gran impacto económico de la no celebración, de la ruina y el desastre. Verdaderamente y por desgracia muchos se van a dar cuenta ahora de lo que aporta nuestra fiesta. Espero que verdaderamente todo el mundo sea consciente y piense antes de hablar, que de vez en cuando, no pasa nada. Lo de pensar digo…
Vamos a remontar, que no quede ninguna duda, aunque va a costar. No va a ser fácil y nos tendremos que acoplar, aunque sea temporalmente, a lo que nos digan qué podemos y no podemos hacer, a que nos digan cuándo y cómo lo podemos hacer. Pero lo haremos, remontaremos, no tengo ninguna duda. Hasta el momento lo único que les puedo pedir es que se cuiden, y sí, no salgan de casa. Vamos a quedarnos todos en casa y seguro que más pronto que tarde nos volveremos a juntar y celebraremos que esta pesadilla ha llegado a su fin.