Empieza el ejercicio fallero en un año lleno de incertidumbres y con un futuro incierto, donde la pandemia de la COVID-19 marcará sin duda el devenir de nuestra fiesta y de nuestro día a día. Pero de momento ya conocemos las caras de quienes tendrán la responsabilidad de llevar las riendas de nuestra fiesta en un año complicado donde nos enfrentamos a problemas impredecibles y a situaciones nuevas.
El concejal de Cultura Festiva, Carlos Galiana, presentó a su directiva en el hemiciclo del Ayuntamiento de Valencia (ese mismo hemiciclo que se cerró al colectivo fallero) donde conocimos a su equipo de trabajo. Un equipo donde podemos ver rostros conocidos que generan pereza, la misma pereza que te produce el escuchar una canción que has reproducido miles de veces, y otros rostros nuevos que sin duda pondrán todo el empeño en la labor de sus funciones en beneficio de nuestra fiesta. A todo órgano gestor se le debe dar mínimo esos cien días de gracia para conocer sus líneas de actuación y la metodología a implantar.
Por lo demás, comienza un ejercicio peculiar y diferente, un ejercicio donde tendremos que redoblar esfuerzos y sacar adelante a una fiesta, que, como todos los sectores, ha sido afectada, muy afectada por esta pandemia que ha trastocado absolutamente todo. Si ya de por sí costaba mucho sacar un ejercicio hacia adelante, ahora nos toca luchar con nuevos elementos que nos lo ponen más difícil, pero no imposible.
Y mientras se intenta establecer una normalidad, esa nueva normalidad que marcará las pautas a seguir, la fiesta intenta levantarse, y aunque cuando lean esta columna ya conocerán los artistas que realizarán las fallas municipales de 2021, son ocho los proyectos que se presentaron, cuatro para la infantil y cuatro para la grande. No ha sido el año donde más proyectos se han presentado, pero tampoco el que menos, lo que nos hace pensar que una de las alternativas para nuestros artistas falleros es plantar en la plaza del Ayuntamiento. Y es que esta crisis está afectando a todos los sectores económicos y muy especialmente a nuestros sectores más autóctonos, por lo que tenemos la obligación de arrimar el hombro y estar con ellos. Es un momento difícil y debemos buscar la mejor solución y aportar en lo que podamos nuestro grano de arena. El mundo fallero es solidario, y sin duda, estará al lado de quien más lo necesita y se encontrará la fórmula para ello.
La vida nos ha cambiado y lo ha hecho de forma brusca, sin avisar y con muchas preguntas por responder. Pero saldremos de esta, saldremos con la cabeza alta y con ganas de vivir una nueva vida. También una nueva vida fallera, una vida que nos reporte salud, energía e ímpetu.
Llega el verano, un verano raro con mucha preocupación con lo que pueda ocurrir en los meses venideros. Un verano como los de antes, donde imperará el turismo nacional, playas poco saturadas y reuniones contadas con amigos y amigas. Un verano donde primará nuestra salud y bajo la responsabilidad social que tenemos y debemos tener viviremos un estío como no conocíamos anteriormente. La vida nos ha cambiado y lo ha hecho de forma brusca, sin avisar y con muchas preguntas por responder. Pero saldremos de esta, saldremos con la cabeza alta y con ganas de vivir una nueva vida. También una nueva vida fallera, una vida que nos reporte salud, energía e ímpetu. Y de esto último necesita nuestra fiesta, mucho ímpetu para conseguir continuar con nuestra tradición, continuar luchando por lo que más queremos y amamos, luchar por plantar la mejor falla posible y que nuestra ciudad se vuelva a contagiar de la alegría y las sonrisas que caracterizan a nuestro colectivo. Con prudencia, responsabilidad y paciencia, conseguiremos vencer a lo que hoy parece invencible.
Y ese contagio, el de la alegría y sonrisas, es el que queremos ya que sería la mejor muestra de que todo ha pasado y hemos vencido. Mientras, intentaremos salvar a nuestras comisiones, a nuestros falleros y falleras, a nuestros artistas, orfebres, indumentaristas, floristas… y un largo etcétera que dependen de nosotros, que dependen del colectivo fallero y a los que estamos en la obligación de echar un capote, permítanme esta expresión taurina, para salvar los oficios y los empleos. Hay que dejarse de palabrerío y pasar a la acción, dejarse de luchas internas, de fotografías y postureo. Nos tenemos que arremangar y ponernos a trabajar por lo nuestro y nuestras Fallas. Lo vamos a conseguir, va a ser duro, pero saldremos de esta. Por lo tanto, sólo me queda desearles un buen verano, que disfruten todo lo que puedan y cojan fuerzas para volver en septiembre con las mismas ganas, pasión e ilusión de sacar un ejercicio fallero adelante, un ejercicio diferente pero especial. Juntos lo conseguiremos. ¡Vamos!