Podríamos suponer que un mal ‘asumible’ de la juventud es que tiene la cabeza en otras cosas antes que en la cultura, pero nada más lejos de la realidad.
En los concursos culturales organizados por Junta Central Fallera o por ciertas comisiones se puede ver como el número de participantes jóvenes es alto, por no decir en crecimiento. Pero entonces, ¿a qué se debe esta percepción?
Yo creo que deberíamos analizarlo desde tres de sus factores: participantes, organización e imagen.
En el primero ya hemos dicho que es notable la participación joven, llegando a tener una categoría para ellos solos en el Concurso de Teatro de JCF por ejemplo. Por lo tanto, este factor no es el “culpable” del cambio del total.
El siguiente sería la organización, y en cuanto a organización me refiero a JCF. Quizás deberíamos pensar en si los proyectos que se proponen desde esta organización fomentan y atraen a las personas comprendidas entre los 15 y los 30 años, (por cortar en algún sitio… ya sabemos que valorar si alguien es joven o no es complicado). Lo lógico es pensar que los que mejor saben lo que necesita la ‘juventud’ son los jóvenes y por eso me pregunto: ¿cuál es el número de personas en esta franja de edad pertenecientes a alguna delegación de JCF?
Otra de las opciones es reflejarse en el resto de ‘festivales’ que se celebran alrededor de la ciudad, (Festival 10 sentidos, Cinema Jove, VLC Negra o Cabanyal íntim, por nombrar unos cuantos) e intentar observar cuáles son los detalles que hacen que tengan tanta participación. Evidentemente no se trata de imitarlos, ya que sería casi imposible, sino de verlos como referentes o caminos a seguir.
Con estas comparaciones no se trata de tirar por tierra el gran trabajo realizado, sino hacerse preguntas para mejorar: ¿Estamos asumiendo los riesgos necesarios para poder avanzar? ¿Realmente queremos cambiarlo? Por ejemplo, si hablamos de música tan sólo encontramos grupos de cant d’estil y tabal i dolçaina. Al igual que en el concurso de teatro podemos encontrar un sainete seguido de un musical actual, ¿por qué no realizar actividades de composición musical actual? ¿Y proponer actuaciones de grupos de música formados por falleros? Al fin y al cabo la cultura no es tan sólo lo tradicional.
Por último, estudiaría la imagen. Es decir, aquello que se puede ver desde fuera y desde dentro. El trabajo en redes sociales del mundo de la Fallas es innegable, por lo tanto ya no es un tema de visibilidad al exterior. La pregunta que yo haría es: ¿estamos valorando la imagen que tenemos de nosotros mismos? Y mi respuesta sería afirmativa.
La frase que encabeza este artículo parece ser un ‘mantra’ en muchas de las comisiones falleras. Por eso mismo, el trabajo de generar nuevas propuestas culturales o de participación de las comisiones en las actividades de JCF depende plenamente de nosotros. Si no hacemos que los ensayos de teatro, bailes regionales, cortometrajes, apropòsits o concursos de conocimiento sean atractivos para esta franja de edad, está claro que nadie va a participar de ello.
Mi propuesta sería permitir y fomentar la participación activa, asumir riesgos, mirar más hacia el exterior y ser más permeables a la actualidad (y no utilizarla tan sólo para las escenas de las fallas).
Soy consciente de que todas estas palabras suenan a decálogo del utópico, pero hace décadas nadie diría que la situación cultural actual de las Fallas sería posible. No sé, quizás son cosas de la edad…