Por fin. Alguien con suficientes redaños ha decidido crear unas bases de concurso de teatro siguiendo sus propios criterios y los ha llevado adelante, sin exponerlos en exceso al veredicto de los afectados. Bien por ellos. Las bases están para acatarlas y asumirlas. Si no se está de acuerdo, sólo hay que dejar de participar e intentar cambiarlas desde la mayoría. Sólo hay un pero que poner. Si cada uno tira para su casa cuando puede, jamás tendremos una continuidad necesaria para alcanzar la excelencia. Tots pel sac, i el sac en terra.
El copia y pega para la revisión de las bases de concursos, como de cualquier otra actividad fallera, nunca ha sido un buen proceder. Así, de esta forma, sólo se consigue incidir en los errores. Aquello que diríamos “tropezar dos veces con la misma piedra”. Y si sólo fueran dos veces, aún, aún. ¿De verdad que alguien piensa que es justo poner un límite de concurso en una fecha “móvil” como es la de inscripción? Si al menos fuese siempre la misma, podría tener justificación. Pero tal como funciona actualmente es profundamente injusto. Açò és fer pams i quarts. O tots frares o tots canonges.
Volvemos a las andadas. El egoísmo de algunos sigue imponiéndose al “bien común”. Solo importa el yo, yo y después yo. No importa lo bueno, mejor y después excelente. Todo se fía a los problemas que se generan en nuestro entorno, en nuestra pequeña, diminuta y ridícula parcela, y cómo solucionarlo a costa de los demás… De esta forma sólo damos argumentos a aquellos que nos tachan de insolidarios, egoístas y prepotentes. Igual tienen razón. Qui tot ho vol, tot ho perd.
Mira que somos dados a la exageración. Nos tildan, a los falleros, de barrocos y yo creo que están bastante equivocados con nosotros. No somos barrocos, ni mucho menos… somos ‘platerescos’, ‘churriguerescos’, ‘desmesurados’, ‘histriónicos’. Sólo hemos de contemplar algunas reacciones ante el fallecimiento, injusto y desolador, de algunos de los que hacen esta fiesta y el trato minimalista, superficial y olvidadizo que damos a otros. No s’ha d’esprémer tant la taronja que amargue el suc.
Qué mala es la memoria y que corta la nobleza. Hay personas en esto de las fallas que consiguen ocupar ‘espacios’, ‘tribunas’, ‘pedestales’, para los que jamás han hecho nada para merecerlos. Algunos otros se dedican a ensalzarlos, premiarlos y reconocerlos mientras aquellos que cimentaron, empujaron, ayudaron y acompañaron sus inicios en esto de las fallas son borrados, literalmente, de su pasado e historia. Pobre gente. Quan begues aigua, recorda la font.
Algo tienen las fiestas del fuego que las hace diferentes, o al menos así parece para aquellos que las vivimos 365 días al año. Ha pasado con las dos últimas ediciones de las Fallas, septiembre y marzo, y vuelve a pasar con las Hogueras después de dos ciclos ‘muertas’. Salen a la calle y ofrecen la ‘apariencia’ de que todo ha pasado, que nada ha sucedido, ni sucede… que todo está bien… que los talleres de constructores y artistas sobreviven perfectamente… que “la nave va”. Eso sí, cuando las llamas devoren esta ‘imagen virtual’ volveremos a la más dura realidad que, algunos, pocos, conocemos día a día de primera mano. Art de foc, art de badoc.
No todo tenía que ser nefasto. Algún profesional de esto de las fallas ha encontrado la tranquilidad y el reconocimiento a su trabajo (tanto económico como personal) abandonando la luz de los focos para situarse a la sombra y demostrar a las claras su valía y su capacidad. Hoy sonríe y es feliz, y no por ello ha dejado de ser grande. El que està content oblida el passat pel present.