Como tantos niños de su generación, cumplió el ciclo de la EGB en su Picassent natal para inmediatamente ponerse a trabajar con su padre, profesional de la pintura doméstica que completaba sus ingresos junto a Alfonso Díaz Tarazona, artista fallero de la población. Eran los tiempos de las “naves” de construcción de fallas en el Grao de València, y hasta allí se trasladaba el grupo de pintores de Picassent los fines de semana para preparar y lijar fallas de otros artistas. Así, el padre de Jacinto Muñoz Moratalla comienza a trabajar para Tortosa Biosca hasta su jubilación y posteriormente para Vicente Luna. Un desencuentro laboral con este último le devuelve a su quehacer inicial de pintor ahora junto a su hijo mayor.
Jacinto se unió al ‘clan’ familiar en 1979 y sus primeros trabajos falleros fueron para Luis Boix y Miguel Cortés para las fallas de 1980.
Los altibajos de la faena, típicos de aquella década (y de tantas otras), marcaron su trayectoria, llevándole a trabajar para el mencionado Cortés, así como para Miguel Santaeulalia y Juan García Cortés, talleres muy cercanos entre sí en la misma Ciudad Fallera.
Jacinto comienza como preparador y lijador para otros artistas como Devis, Agulleiro, Manolo Martínez Mollá, Manolo Martín, etc., hasta que entra a trabajar de forma continua con Enrique Furió. Allí aprende el resto de las tareas relacionadas con las fallas, incluida la carpintería.
La ‘necesidad’ le lleva a abandonar los talleres de fallas y retoma la actividad de pintor, combinándola con la realización de fallas para su pueblo junto a su padre. Un nuevo episodio de ‘necesidad’ por falta de faena le devuelve a los talleres, esta vez a las órdenes de Alberto Rajadell en 1991. De él aprende carpintería, especialidad que desde entonces cultiva y practica. También aprende a luchar contra las adversidades y dificultades de las grandes fallas construyendo y plantando l’Antiga de Campanar 1993.
Recién casado y obtenido el título de artista fallero se independiza y, junto su mujer, inicia la aventura de plantar fallas en solitario, ocupando de esta forma la década de los 90. A finales se traslada a una nave en su pueblo al lado de Vicente Llácer. Reconoce que no le daba para seguir adelante y atiende la llamada de Paco López para trabajar con él. Su mujer consigue trabajo y cierra el taller. Así comienza una nueva e importante década donde construye todas las fallas del taller de Paco López sin ningún equipo. Únicamente la ayuda puntual, en las plantàs, de Manolo García, al que considera el mejor, aunque guarda gratitud a quienes de verdad le enseñaron carpintería: Enrique Furió y Alberto Rajadell. Esta década es la de su plenitud. Admira a Paco López, como artista, y considera que “hasta que no te metes en el mundo de las fallas de Especial no estás en fallas”.
Sus recuerdos de fallas se inician con la falla de Julian Puche para Convento en 1974, la gran fallera con el niño en la falda. Sus recuerdos tienen sabor agridulce, destacando el momento en el que la comisión de San Jose de la Montaña-Teruel le recibió entre aplausos después de haber superado uno de sus peores tragos profesionales con la caída de la falla y posterior replantà, uno de sus mayores compromisos profesionales. Pero si le preguntan por su mayor satisfacción, recuerda el proyecto de Duc de Gaeta 2018 por el reto que supuso y el extraordinario resultado.
2011 supone un nuevo, y ‘necesario’ cambió tras la despedida de Paco López de primera línea. Es entonces cuando le pide a Vicente Llácer trabajar para él. “Con nadie he trabajado mejor y he sido más ‘reconocido’. Los artistas también han de ser personas y Vicente, además de artista, es una gran persona”.
Jacinto, ahora más que nunca, es un personaje de puertas adentro. Tras un desafortunado episodio laboral se ve obligado a vivir las plantás a través del teléfono y a pesar de ello no visita sus fallas ni las de los demás, como ha hecho siempre. “Acabas tan hecho polvo que no tienes ganas de ver nada”, ni siquiera si obtienen un gran resultado. No sé por qué, pero aunque tenga parte en el éxito, no creo que este sea mío, sino del artista”.