¿Quién no se ha emocionado alguna vez al escuchar El Fallero? Se podría decir que esta pieza fue la génesis de la música fallera. Por ello, desglosamos en las siguientes líneas la historia y secretos de la pieza del maestro Serrano.
El destino quiso que dos vecinos de la localidad de Sueca fueran pioneros en distintas disciplinas de la fiesta fallera. De un lado, Josep Bernat i Baldoví con el primer llibret de falla; de otro, el maestro José Calixto Serrano Simeón y la primera pieza fallera al uso.
En el año 1928, la fiesta de las Fallas se hallaba en pleno auge gracias al impulso dado por la Sociedad Valenciana de Fomento del Turismo. Alma de todo ello fue Antonio Royo Ample, componente de la entidad, quien pidió al maestro Serrano que escribiera un pasodoble que, como nuevo aliciente de la fiesta fallera, tocarían las bandas de música en esos días.
Serrano aceptó y se comprometió a escribir el pasodoble en fecha fija. Llegó marzo de 1929, y cuatro días antes de la entrega aún no lo tenía ni pensado. No obstante, y para no faltar a su palabra, pidió a una copistería que estuviera preparada para imprimir 100 copias de una partitura que aún no existía. Esa noche, tres días antes de acabar el plazo, la empezó y terminó, y al día siguiente se imprimieron las copias, que viajaron desde Madrid (ciudad de residencia de Serrano) hasta Valencia, donde un empleado de los coches cama las repartió. De esta manera, en la tarde del 18 de marzo de 1929 todas las bandas de música de Valencia la tenían y pudieron interpretarla. Así fue como se estrenaba en El Fallero, constituyendo un éxito artístico y un enorme legado. Posteriormente, en 1931, el poeta Maximiliano Thous Orts, adaptaba una letra al ya popularísimo pasodoble.
Haciendo una escucha de la pieza podemos descubrir su forma tan peculiar dentro de este género, creando una pieza única.
La introducción nos presenta una melodía construida por una escala pentatónica*, con la particularidad que está incompleta y contestada por la escala completa en la sección de los graves. Esta introducción sirve de unión a las diferentes secciones de la obra.
En la primera sección podemos encontrar, a modo de rapsodia, la utilización de la canción infantil del ‘cant de l’estoreta’ con carácter de pregón festivo, utilizando notas repetidas, presentado en la tonalidad homónima del tono inicial y repetido después de un corte, (solo de bombo) concluyendo esta sección con una coda de brillante resolución con la incorporación de la Marcha de la Ciudad.
La segunda sección tiene como introducción la misma melodía utilizada al principio, dando unidad temática para pasar a la nueva melodía con carácter de trío.
Construida con dos motivos, esta nueva melodía se repite a diferentes alturas y ejecutando diferentes variaciones, con la particularidad que el ritmo de la misma sugiere un aire más reposado y elegante.
La repetición de la misma es adornada con citas de la Marcha de la Ciudad que aluden al final de la pieza, la cual culmina con la última cita de la marcha.
Estamos ante una obra maestra que seria la génesis de la música en la fiesta fallera. La utilización de escalas pentatónicas, texturas coloristas y una utilización elegante de recursos alusivos a citas populares hacen que esta pieza sea única y perdure en el tiempo como símbolo de una fiesta.
*Escala Pentatónica: escala de cinco notas, cinco sonidos distintos contenidos en la distancia entre la tónica y su octava.