En pleno corazón de la Malvarrosa, su gerente, Ana Jiménez, recibiría en un día lluvioso a Rocío y su corte, quienes encantadas no tardarían ni un segundo en conocer de cerca los detalles de la mantilla.
Una mantilla de las denominadas coloquialmente de toalla, y que como se les explicaría previamente, permite cubrir la cabeza y hombros como marca el protocolo, sujetándose de forma elegante sobre los brazos.
Para Ana Jiménez, la mantilla cumple fundamentalmente tres funciones: abrigo, ornamentación y signo de respeto, y modestia, estableciéndose toda una liturgia a la hora de su colocación.
Una disposición que sería mostrada por la propia gerente de la empresa valenciana, utilizando como modelo a Rocío Gil, quien encantada luciría una mantilla que al igual que a sus compañeras, le sería entregada en el acto.