Las Torres de Serranos se convirtieron de nuevo en el centro del mundo para las falleras y los falleros, que acudieron en masa al pistoletazo de salida definitivo de la gran fiesta fallera. Llegaba la Crida con más medidas de seguridad para evitar el botellón, que restringió el abuso, pero no logró desterrar el uso, es decir, el consumo de bebidas alcohólicas durante el evento. Cierto es que el aspecto de los aledaños de las torres tras el discurso no era el de otros años.
Desde primeras horas de la tarde la plaza de la Crida presentaba un “no hay billetes” que demuestra, año tras año, la tremenda importancia social del evento inaugural, del pórtico fallero por excelencia. Las comisiones acudieron pertrechadas de estandartes y muchas ganas de disfrutar. Y así fue visto como aplaudieron y corearon, como vibraron con una Crida que, en su conjunto, gustó ampliamente y llevó hasta el estrado una combinación de cultura valenciana, folklore, música y sentimiento.
El espectáculo Despertant els nostres cors sustituyó el videomapping, tónica habitual desde hace algunos años, por una mezcla de luz y sonido alternado con actuaciones en vivo y acrobacias aéreas. Las voces de Lorena Calero y Gonzalo Manglano, junto a la Escolanía de la Virgen de los Desamparados, llevaron a las torres una versión del El Fallero, con arreglos de Kike Soriano que emocionó a los asistentes. Previamente, la voz en off de Pilar Martínez daba voz a las propias torres. Y en el estrado, el grupo Les Folies de Carcaixent recreó a modo de tableau vivant momentos icónicos de las Fallas. Sorprendentes fueron también las evoluciones de Sylphes Aerial Ballet y sus coreografías aéreas. Hay que destacar la presencia de la Banda Sinfónica Municipal, que amenizó la espera interpretando piezas tradicionales valencianas.
En la trastienda, la comitiva oficial con las Falleras Mayores de Valencia a la cabeza presenciaba el espectáculo en el monitor instalado al efecto. Berta Peiró eligió para su Crida un modelo confeccionado por 1700. Esperanza es el nombre con el que se bautizó el tejido elegido: un dibujo de un antiguo espolín del siglo XVIII realizado en color blanco Antique por Compañía Valenciana de la Seda con manteletas de Hijas de Carmen Esteve y peinetas de Flor d’Aigua. Lucía, por su parte, vistió el espolín Francia de Garín 1820 en color gris grafito, confeccionado por Eduardo Cervera, con manteletas de Artesanía Viana, aderezo de Art Antic y cancán de Margarita Vercher.
Tras la entrega de las llaves de la ciudad de manos de la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, Berta y Lucía pronunciaron su discurso ante los miles de personas congregadas en las torres; una alocución ampliamente marcada por la DANA, la resiliencia y la solidaridad del mundo fallero como líneas maestras.
«En las Fallas -explicó Lucía- todo es posible, porque la magia de las Fallas late en los corazones de la gente que las vive con pasión. Que cada comisión sea un canto a la unidad y que cada llama sea un abrazo para todas y todos. Falleras, falleros, seamos luz, esperanza y hermandad».
«Pueblo valenciano, aquí estamos para levantarnos de nuevo, para volver a empezar juntos, de la mano, la de una Valencia preparada para recibir a todas y todos. Por eso, desde aquí quiero enviar un mensaje al mundo: No os olvidéis de Valencia, los valencianos y valencianas os necesitamos. Estaremos esperándoos para deciros: Bienvenidos a Valencia, la ciudad de la solidaridad infinita», enfatizó Berta, quien concluiría afirmando que «la vida nos ha vuelto a demostrar que ser fallero es la mejor versión de ser valenciano».
DISCURSO COMPLETO DE LA CRIDA 2025
Con la interpretación de los himnos y el disparo de los fuegos artificiales de Pirotecnia Peñarroja concluía la Crida, dirigiéndose la comitiva a la Real Basílica para la tradicional ofrenda a la Mare de Deu dels Desamparats.