Nada suele ser fácil en esta vida, eso es algo que todos tenemos muy claro y que, salvo excepciones, los ejemplos los venimos percibiendo a diario. El colectivo fallero no es una excepción y eso también se viene demostrando desde hace un buen puñado de años.
Por el hecho de ser un colectivo que tiene como leitmotiv la fiesta, aunque parezca mentira, los detractores le salen por todos lados. Nadie admite molestias, nadie permite los inconvenientes que suponen plantar fallas, carpas, disparar mascletaes, hacer pasacalles y tener el centro de la ciudad colapsado durante quince días. Lo que tampoco entienden ese alto porcentaje de ciudadanos es que esta fiesta crea riqueza, y permite que las arcas municipales y nacionales incrementen sus haberes a costa de los que realizan dicha celebración.
Cuando echamos un vistazo al resultado del resto de fiestas, tanto nacionales como internacionales, nos damos cuenta de la gran diferencia que hay respecto a la gran mayoría y también percibimos el respeto y sacrificio que vecinos de esas ciudades tienen por ellas. Y esto es lo que nos motiva a arremeter contra esos detractores que no quieren sacrificar su comodidad durante esos quince días para que esa fiesta siga adelante, y sigan creándose los miles de puestos de trabajo y esos beneficios fiscales que aporta.
Pero por si fuera poco, los problemas no terminan ahí. Los que nos llegan de fuera del colectivo son tan sólo una parte de los que concurren en una gran mayoría de comisiones. Todos somos conscientes del sacrificio y trabajo que supone para una comisión sacar adelante sus presupuestos, y no hablemos de esas comisiones que manejan cifras mareantes. Hablo de las secciones punteras que apuestan por el monumento y por aquellas otras que alternan el monumento y otras materias.
Claro está que nadie fuerza a nadie a hacer ese tipo de esfuerzo, pero ya que existen comisiones que lo asumen, y que suponen un gran atractivo para propios y extraños, serían interesantes medidas extraordinarias a la hora de juzgar esas obras.
Sin menosprecio para las secciones inferiores, que tienen el derecho a ser juzgadas con las mismas condiciones que las demás, sí que sería necesario que a la hora de conformar un jurado se pensara en profesionales de cada especialidad, que no se mandara a juzgar un trabajo de esas categorías a gente que tan sólo tenga como bagaje el ser fallero o que le gusten las fallas. Nada más frustrante para un artista que ver juzgada su obra por alguien que no reúne unas mínimas condiciones para hacerlo. Y de esos haberlos los hay a montones.
Pero lo que más suele doler es que una comisión que se ha esforzado en reunir esos presupuestos, luego vea que no ha merecido la pena porque algún que otro indocumentado en la materia ha tenido el poder de decisión para relegarlo a puestos que no merece.
Si queremos que las comisiones punteras sigan realizando esos esfuerzos, si queremos que esos presidentes sigan asumiendo tanto riesgo, si no queremos que las ilusiones se pierdan y se siga apostando por ello, hagamos las cosas como debemos. Y eso tiene una fácil solución que nos ha de llegar desde la propia Junta. Así pues, señores directivos de JCF, dejen de nombrar esos jurados sin preparación adecuada y monten jurados, aunque sean de fuera del colectivo, para poder juzgar como merecen esas obras de arte que Valencia tiene la dicha de contar en sus calles durante esos quince días de Fallas.