Éramos pocos y… Y es que no se ceja de incidir en algo que, presuntamente, no tiene pies ni cabeza, o al menos un claro futuro. La desesperación parece tan grande, o el obcecamiento es tal que no quieren saber nada de reflexionar, amén, y también presuntamente, del posible perjuicio a los afiliados que se pudiera acarrear.
En este número de junio ofrecemos un reportaje que explica claramente el paisaje dibujado por las acciones del Gremio de Artistas Falleros de Valencia, los problemas que puede conllevar y el perjuicio, en caso de reclamaciones, que ello puede suponer. Pocos se han parado a pensar en ello, tan sólo apreciamos la dudosa verdad de los que manejan el colectivo.
Es curioso que después de la renuncia del vicemaestro mayor y algunos más de su directiva, no haya habido consecuencias, al menos que sepamos, que alguien no haya pedido explicaciones o un seguimiento con profesionales del ramo para analizar las consecuencias.
Alicante y Burriana están a la expectativa y no quieren mover ficha hasta que no vean luz al final del túnel, y eso tras conversaciones con los ideólogos del proyecto. En el reportaje mencionado ya comentamos las dos iniciativas que antecesores suyos no pudieron culminar satisfactoriamente por la oscuridad de la viabilidad, pero aquí eso no parece importar, al menos es lo que se transmite.
Y es que posiblemente habría que poner muchas lavadoras para quitar las manchas que, presuntamente, se han ido produciendo. Y es que la “caja de Pandora” que la directiva de este gremio ha abierto puede revelar muchas cosas que mejor sería que siguieran en el anonimato.
Siguiendo con esos derechos que dicen son correctos y se pretende cobrar, al margen de todo lo que se expresa en el reportaje, nos da la impresión, por lo que ellos mismos han dicho públicamente, que se han estado facturando cosas que aparentemente no les pertenecen, y que tendrán que demostrarlo, eso al margen también de que el gremio pueda facturar como tal, sin haber hecho, que sepamos, en su día las pertinentes gestiones legales, como marca la Ley, derechos pertenecientes a agremiados que no los habrían cedido. Otra cosa es la propiedad del boceto, pero eso es otro tema.
Nos tememos que si las cosas no les salen como ellos esperan, quizás tengan que hacer frente a devoluciones de facturas de muchos años atrás, en vez de tratar de seguir cobrando y pregonar los hipotéticos impagos por este concepto de los dos últimos años, cuando se había llegado a un acuerdo de colaboración con la anterior directiva (catálogo del museo, ya realizado, otra edición en inglés, de la que nunca llegaron los contenidos, cesión de anuarios para los artistas, cesión de extras, etc.). Antes de vender el ternero, habría que cerciorarse de tener la propiedad, de lo contrario no hay venta legal, es una venta viciada y quizás con consecuencias.
Otra cuestión sería, en el supuesto caso que tuvieran razón, que estos bocetos sigan siendo interesantes para las editoriales, lo mismo que los trabajos y actividades de los agremiados. Y para finalizar, sólo mencionar que aquí se ha olvidado a las comisiones de falla, que son los paganos, y que también tienen mucho que decir.