braulio01Y es que las leyes y ordenanzas se hacen para cumplirlas. Estén mejor o peor paridas. No sería demasiado bueno que estas leyes u ordenanzas legisladas fueran obligatorias para una parte de la sociedad y para otra permisibles. Por muchas vueltas que podamos darles, por muchos méritos que el colectivo fallero pueda tener, por muchas ventajas que podamos gozar, la ley es la ley y debe ser igual para todos.
Por muchas vueltas que le demos a lo que nos atañe, las ordenanzas, lo bien cierto es que la gran mayoría de ellas tienen su sentido. Con los acontecimientos que estamos viviendo, con las responsabilidades que se derivan de actitudes y hechos en el colectivo, es muy normal que se quieran cerrar determinados caminos para evitarlos.  Ejemplos tenemos en los que personas (sobre todo presidentes) lo han pasado muy mal, se les ha destrozado la vida por culpa de esos incidentes o accidentes. Hora es ya, por mucho que nos duela, de ir perfilando los excesos que hemos gozado hasta el día de hoy y vayamos concienciándonos de que lo que es justo es justo. Sin rasgar vestiduras ni producir traumas por el empecinamiento.
Porque vamos a ver, ¿no es mejor prescindir de un hinchable si no se reúnen las condiciones adecuadas que llegar a tener un accidente grave por incumplir las normas? Aunque aquí bastaría con una llamada a los bomberos para que ellos determinaran si procede. ¿No es de recibo contar con la seguridad de una instalación eléctrica que por defecto nos pueda producir un grave accidente? Si contamos con un instalador, lo lógico es que él nos dé la certificación. ¿No sería aconsejable el disponer de esos permisos exigibles para hacer paellas en la calle y estar cubiertos ante un desagradable incidente? En la semana fallera este permiso no hace falta, en el resto del año sí, por la utilización de suelo público. Lo de los cursos de formación, a mi entender, puede ser un exceso, pero la norma no se ha hecho para este supuesto, como tampoco la exigencia de esas facturas de los condimentos necesarios. La cosa cambiaría si en este supuesto lo que se cocina fuera para la venta al público, pero mientras sea para uso propio de la comisión, nada hay que temer. Así se manifiesta desde la asesoría jurídica del Ayuntamiento de Valencia. 
En cuanto a la venta de bebidas y alimentos (bocadillos), y a sabiendas de que es un motivo más de recaudación, también se nos advierte que no es necesario permiso, la responsabilidad caería sobre el organizador si de ello se desprendiera una intoxicación por la mala calidad de la bebida o la comida. Mientras no exista ese supuesto, nadie, según las mismas fuentes, va a exigir ningún requisito.
Pero en todo caso, si de la realización de estas medidas para la seguridad se desprendiera un coste adicional para la comisión, según mi entender, sería bueno asumirla. Eso sí, también sería interesante el negociar con quien proceda (JCF o el Ayuntamiento) para una posible subvención, con lo que, de conseguirlo, tendríamos la seguridad de lo bien hecho y a coste cero. Y para terminar, no habría que olvidar que en los años de presidencia de Félix Crespo un buen número de presidentes ya solicitaron que se aclararan o determinaran estas ordenanzas a fin de contar con una seguridad para ellos y sus comisiones.