Como venía remarcando en anteriores editoriales, la incógnita se ha venido despejando a medida que hemos ido conociendo el reparto de poder entre los grupos políticos que se sumaron a los pactos para hacer viable la gobernabilidad de la Comunidad.
Como era de esperar, aunque no tanto, la izquierda ha dominado y con los resultados producidos con esos pactos, están llegando los cambios que marcarán la sociedad, en este caso valenciana, durante los próximos cuatro años.
Centrándonos en lo que nos ocupa, que no es otra cosa que el futuro del colectivo fallero, de verdad de la buena que nos preocupa eso de que “tenemos grandes ideas para cambiarlo casi todo”. Por lo que habría que empezar a preguntarse si de repente ha llegado la bruja con la varita mágica y con el baúl repleto de ideas nuevas que mejoren, así de pronto, el trabajo de tantos años y el esfuerzo de los que les han precedido.
Como conocedor de la gestión de empresas, por donde ha transcurrido mi vida laboral hasta no hace mucho tiempo, tengo claro que no se puede entrar en una de ellas, de la que evidentemente no conoces sus entresijos, y actuar como un elefante en una cacharrería. Lo lógico es que se analice con detenimiento la gestión anterior y se estudie la forma de mejorar la labor de los que nos precedieron, conocer las carencias, los posibles fallos y entonces adoptar con prudencia nuevas iniciativas.
No se puede obviar la labor de la gente que ha estado esforzándose por llevar adelante un proyecto centenario, y menos cuando se toca de oído. Habría que ser prudente y lanzar al vuelo ideas de cambio sin una experiencia clara y determinante. La teoría está muy bien, la preparación también, pero no olvidemos la experiencia y el análisis, que es la madre de los posibles éxitos.
Todo es nuevo en esta casa, las atribuciones de las personas que entran han sido muy banales, con las lógicas excepciones, por ello es necesario un tiempo para conocer a fondo la casa, que digan lo que digan no la conocen.
No me disgusta la presidencia de JCF, pero no comulgo con las prisas por el cambio tan de repente que se quiere aplicar. No basta con cuatro reuniones con los distintos grupos que conforman el colectivo fallero; es necesario el análisis profundo que nos lleve a metas concretas y positivas. Para conseguir el equilibrio y el futuro éxito no basta con la escasa experiencia, la teoría o los consejos que nos llegan desde distintos puntos con niveles bajos en el conocimiento de la realidad.
Paciencia y estudio, no entrar de lleno en la cacharrería. Han pasado muchos años y los que precedieron han sabido salvaguardar la integridad del colectivo, con equivocaciones, pero todo aquel que debe tomar decisiones a lo largo de su mandato puede y tiene todo el derecho a equivocarse. La inmovilidad de otros no nos da derecho a cortar por lo sano, porque nos jugamos mucho. El colectivo tiene muchos problemas a abordar y mejorar, pero para abordar esas cuestiones es necesario el conocimiento del problema. Y ustedes, perdónenme, todavía no lo conocen.
Los aplausos fáciles y pelotas no significan nada, hay que centrarse en la evidencia, hacer caso omiso a los palmeros, porque ellos serán los mismos que después le crucifiquen. Y otra cuestión, los consejos de la radicalidad no suelen llevar a caminos muy despejados.