Y es que los valencianos, sobre todo los falleros, pasan / pasamos olímpicamente de tantas cosas que luego ocurre lo que ocurre. Nos intentan manipular, nos quieren atribuir lenguas que no nos identifican, nos atribuyen paternidades que no tocan, nos quieren cambiar nuestras costumbres, nos quieren mentalizar que nos regalan las cosas. Vamos, que nos confunden de principio a fin.
Y es que lo que realmente parecen “confundir” es nuestro meninfotisme con la verdadera realidad del valenciano que es creativo, inteligente, emprendedor, etc. Y eso tiene una clara lectura: Poca inteligencia, un poco de maldad y mucha cara dura.
En lo que respecta al colectivo fallero, las cosas no se radicalizan tanto, pero sí que será necesario ir plantándose con determinadas actitudes. Y me explico: Antes que nada se debería tener en cuenta que el colectivo fallero, las Fallas, es una fiesta tradicional que se gestiona por sí misma y que genera riqueza.
Hace unos años se realizó un estudio económico que demostró la cantidad de dinero que genera el colectivo y los impuestos que conllevan, por ello no podemos entender que se llegaran a contemplar eliminar determinadas aportaciones por parte del consistorio; aportaciones sobre algo que, como se ha demostrado, genera riqueza. Todos somos conscientes que las luces de Russafa atraen a un gran número de personas, que lo convierten en un barrio vivo con los consecuentes beneficios que supone para su comercio, amén de lo que también significa para esas comisiones que plantan sus fallas y son visitadas por el gran público que diariamente se desplazan hasta allí.
Por fin ha llegado la reflexión y se han dado cuenta de ese evidente perjuicio. Las aportaciones a las fallas en 2016 se van a mantener en el 25% establecido anteriormente, mientras que a la iluminación se rebaja, pasando del 20% al 18%. Con esta proclamación se podría asegurar la continuidad y por lo tanto el descanso de esos presidentes a los que, con los contratos firmados, la camisa no les llegaba al cuerpo.
Una novedad que se dará en este ejercicio es la de fomentar la ayuda a aquellas fallas que se unan para montar sus verbenas, algo que contribuiría a disminuir los focos de contaminación acústica, y por lo tanto propiciar el descanso de los vecinos. Y por otro lado, corroborar que ya se ha fijado que el montaje de carpas será a partir del 10 de marzo, siendo el día 11 el principio de actividad. Los mensajes de propios y extraños han llegado a buen puerto y lo que tenía que pasar, pasó.
Entre otras iniciativas plausibles, hemos podido comprobar cómo se llama a puertas para que cadenas nacionales de televisión abran sus programaciones a las retransmisiones de actos puntuales, lo que pudiera ser muy interesante para la promoción, pero tampoco se ha de obviar a las locales, que hacen un trabajo diario para la difusión y la concienciación a los no falleros del propio cap i casal. La promoción ha de empezar por los propios valencianos, haciéndoles saber lo que significa la fiesta para la ciudad y para sus arcas municipales.
Por todo ello, aquí no se debe llegar con el único ánimo de restar, aquí se debe venir predispuestos a ayudar, facilitar las cosas y olvidarse de intereses partidarios o políticos. Porque, como expresé al principio, los falleros no pasan de todo, por lo que tarde o temprano pudieran llegar a pronunciarse alzando la voz en contra de quienes no reconocen su labor. Valencia debe seguir teniendo sus Fallas en el pedestal que merecen y ningún político de turno tiene derecho a quitárselo. Por mucha legitimidad que puedan ostentar.