Y es que han pasado dos años y parece que hayan sido muchos más. Siempre hemos reconocido que equivocarse es de humanos y que todo el mundo tiene derecho a hacerlo. Lo que no es de recibo es que la gente no quiera darse cuenta de ello y se aferre a unas ideas lejos de las que comulga el resto del personal y en las que se ha basado todo un colectivo.
Han sido dos años de constantes equivocaciones, de pedir disculpas, de dar marcha atrás en los casos más sangrantes, pero el empecinamiento sigue y sigue.
Por lo que leemos, el fracaso de este año en ambos proyectos de las fallas municipales no va a impedir que en 2018 siga en una línea un tanto similar. Porque ninguno de los dos ha gustado, destacando en esto la infantil, a la que tan solo los implicados han visto luces donde todo el mundo ha percibido sombras. Y la unilateralidad con que se quiere continuar no es de recibo.
Tampoco vemos muy acertadas esas campañas que se montan con el dinero de los contribuyentes para reivindicar algo que no se ajusta a la realidad, como tampoco vemos claro esas actuaciones de los palmeros y los abrazafarolas que, esté quien esté, buscan la cercanía al poder, lo que resulta verdaderamente lamentable. Por todo ello, es necesario que el colectivo se plante de una vez, que se obvie a aquellos que se venden por ese plato de lentejas y que se exijan cambios drásticos en la dirección del ente que rige la fiesta.
Y es que se dan gestos de bondad y acercamiento, para seguir con una línea de intransigencia e imposición. En política no todo debe valer. Las ideas han de respetarse, faltaría más, pero el respeto también es fundamental, porque de lo contrario el camino no suele ser muy largo.
Por lo que se desprende de lo que venimos observando, tenemos la impresión de que lo que se pretende es el fraccionamiento del colectivo, algo que sin duda resultaría letal para la fiesta y que está en manos de los falleros el consentirlo o no.
Pero la historia no acaba aquí. En un reciente comunicado de la oposición, destacamos lo siguiente: “Un presupuesto de 2017 en absoluto ajustado a la realidad y que no consideró el gasto y los compromisos reconocidos en 2016”.
“Era un presupuesto irreal que debería recibir inyecciones de dinero extra para poder cubrir el gasto real conforme se vayan agotando las partidas debido al gasto descontrolado”.
“Con una nula previsión, una planificación desastrosa y contrayendo y comprometiendo gasto sin cobertura presupuestaria y siempre forzando las inyecciones de dinero”.
“Fuset no sólo hace caso omiso a las indicaciones de su compañero de tripartito y concejal de Hacienda, el señor Vilar, relativas a la orden de ir reduciendo la contratación menor, sino que desoye igualmente las indicaciones de la Intervención General del Ayuntamiento, generando un notable aumento de las contrataciones menores en los dos años de gobierno tripartito”.
Al margen de las puntuales explicaciones o justificaciones que se puedan ofrecer, lo cierto es que seguimos sin entender todas esas decisiones que se están tomando en todos los aspectos.