No me lo puedo creer. Y es que del mes pasado a éste las cosas están evolucionando a mejor de una forma vertiginosa. Cambios por aquí, cambios por allá, amabilidad, compañerismo, facilidades. Tremendo, pero cierto.
Claro que una cosa es lo que vemos en este momento y otra lo que resulte en adelante. Pero ya, parece ser, hay visión de cambios y mejoras. Sabemos que ha habido imposiciones de partido, pero también hemos de reconocer, por lo que estamos comprobando, que las personas que han llegado a la directiva cuentan con una trayectoria importante en el colectivo, gozan de una preparación también importante y cuentan con algo justo y necesario como es la prudencia y responsabilidad en sus determinaciones.
Se abre una nueva etapa en la que será decisiva la concordia, la unidad de criterios, la obligatoriedad de no dar pasos falsos, de que se olvide tanto interés por lo suyo, de que no vuelvan las reprobaciones y de que la fiesta siga su curso de mejora constante.
Las decisiones han de tomarse donde corresponda y no darle la vuelta al antojo del/os que dirige/n. Tanto “per primera vegada” llega a empachar a un nivel que invita a la reflexión y a la protesta. Y eso ha de terminarse de una vez por todas.
Sinceramente pienso que las cosas pueden cambiar, todo por las circunstancias que he comentado y porque conocemos el paño con que se confecciona. Mucho han de cambiar las cosas, según nuestro criterio, si el nuevo secretario general no impone esa disciplina con la que está habituado a trabajar. Y mucho me temo que no va a aceptar fácilmente los cambios de esos criterios tan arraigados que nos consta que tiene. Y hasta, y esto es de mi propia cosecha, sería muy probable que pudiera abandonar el barco si las aguas no llevan el cauce adecuado.
Si hablamos de las dos nuevas vicepresidencias, estamos en la misma línea. Tanto Josep García Bosch como Estefanía de Julio tienen una gran trayectoria fallera, y bien podíamos apostar por una muy buena gestión.
En cuanto a los elegidos para las dos asesorías de presidencia, Susana Remohí, además de su amplio conocimiento de la fiesta, no hemos de olvidar su profesionalidad en los medios de comunicación. Qué decir de Ramón Lluch, a quien hemos visto al frente de una comisión de falla, de una federación y de muchas causas importantes, sin olvidarnos de su profesión, llena de humanidad y servicio.
Con este equipo, Sr. Fuset, puede muy bien reconducir la gestión y llevarla hacia unas metas interesantes que sean del agrado de todos. Nos molestaría que no tengan la independencia necesaria y se les exija líneas contrarias a su personalidad y criterio. Déjeles trabajar sin imposiciones, porque de tomar esa decisión las cosas seguirían el mismo camino que en los últimos tiempos. Aunque, eso sí, tampoco debe olvidar que los diferentes entes existentes en el colectivo están alertas y vigilantes.