Después de tanta tinta derramada en prensa escrita, como tanto desgaste de teclados para opinar en diferentes foros a través de redes sociales, uno se queda con un gran amargura de boca al leer tantas inexactitudes, tantas salidas de tono, tanto menosprecio, tanta mediocridad y tanto defensor de lo indefendible.
Uno puede entender que debido al simple afecto a una causa o por el mero hecho de matar el tiempo aporreando el ordenador, lleve a algunos a verter comentarios sin fundamento que, analizada su procedencia, no se les dé la más mínima importancia. Lo peor del tema es cuando esos comentarios proceden de plumas reconocidas que leemos habitualmente y que se meten en berenjenales escribiendo al dictado de un sentido puramente partidista y sin un claro criterio de la verdad.
Porque hay que ver cómo se te queda el cuerpo después de leer esas epístolas donde, eso sí, con incisa ironía, y bajo el más absoluto desconocimiento de la verdad sobre la realidad del colectivo, desgranan episodios en los que el fallero de base (sí, Pere, el de base, el de verdad) queda en entredicho y el defendido, en este caso el concejal, se ve ensalzado a su costa.
Ni que decir tiene, y eso lo sabemos los que lo hacemos habitualmente, que para abordar un tema importante, donde se involucra a miles y miles de personas, hay que tomárselo en serio y aplicar rigor. No es necesario verter mentiras, ni piadosas ni de las otras, tan solo escribir con profesionalidad. Claro que entendemos las líneas editoriales, por supuesto, pero lo que no es de recibo es realizar insinuaciones, a saber con qué intenciones, para cubrir las espaldas del afín.
El colectivo fallero es quien a lo largo de los años ha venido defendiendo la fiesta, apostando por ella, trabajando y jugándose su dinero. Con este proceder la fiesta ha tenido continuidad y la ciudad se ha aprovechado de ella para crear imagen, para atraer visitantes, para conseguir un reconocimiento. Lo que no se puede consentir es que ahora vengan unos iluminados y traten de quitar el poder a los falleros que se ocupan de ella imponiendo políticas que desprestigian en vez de favorecer.
Solo tenemos que echar un vistazo a lo ocurrido en estos dos últimos años, donde las polémicas han traspasado fronteras y han supuesto la mofa de quienes hacen la fiesta. Basta ya de sacadas de pecho, de imposiciones dictatoriales y de menosprecios a quienes hacen la fiesta. Hay que tomar medidas urgentes, porque eso de poner la zorra a guardar gallinas nunca ha dado buenos resultados.
En referencia a la encuesta, poco que decir. Simplemente destacar la inutilidad del gasto de un dinero que no va a servir para nada, porque quien realmente conoce las bondades y carencias son los que sufren directamente el día a día de la fiesta, los que resuelven sus problemas, los que se ocupan de que nada falle. Y por supuesto, los que componen los censos de las comisiones y colaboran económicamente con sus cuotas.
Creo que ha llegado el momento de decir basta ya a tanto directivo rancio que solo ha llegado a la fiesta para entorpecer.