Cuando se aprecian determinados ‘ataques’ velados, o no tanto, a la fiesta por parte de sectores tan determinados, cualquier persona perteneciente a ella debe helársele el aliento. Tanto sacrificio, tanta dedicación, tanto amor por lo que conlleva una fiesta centenaria y ver como cuatro antisistema montan campañas en contra, es para empezar a pensárselo.
Y es que este tipo de gente ataca aprovechándose del ‘meninfotisme’ que existe en el colectivo, algo que debe de empezar a cambiar o de lo contrario acabarán con una de las fiestas más importantes del mundo y, quizás, la más contributiva que pudiera existir.
No me cansaré nunca de repetir el enorme beneficio que supone esta fiesta para la ciudad y la provincia; fiesta que, como es lógico, conlleva molestias, pero pregúntense ustedes qué fiesta de cualquier ciudad del mundo no supone ciertos contratiempos. Lo que aquí habría que valorar es el resultado final que nos lleva a esos cientos de millones que llegan a las arcas públicas, mientras que, por otra parte, adolece de falta financiación, como ese escaso 0,80% de los presupuestos municipales destinados a fiestas, cuando lo lógico sería entre y 3 y un 4%, como viene dándose en otros ayuntamientos.
Pero si no era bastante el ataque con continuos traspiés, incluso desde la misma entidad, solamente falta ahora que alguien intente devaluar o poner en entredicho al símbolo de la propia fiesta. Nos estamos refiriendo a la Fallera Mayor de Valencia, a la que últimamente vemos como se intenta mezclar en asuntos privados relacionados con la política.
El hecho de elucubrar con que Ciudadanos va a ofrecer a la Fallera Mayor ir en la lista de para 2019, sitúa a Rocío Gil en una posición incómoda, puesto que se trata de una verdad a medias y que en este momento no viene a cuento.
En las entrevistas que ha dado Rocío siempre ha dejado muy claro que su idea es practicar la abogacía dentro del ámbito en el que está preparándose, jamás habló de política y menos el dedicarse a ella, si bien es cierto que, como cualquier persona, pueda tener su simpatía por alguna ideología en cuestión.
Siempre se ha respetado al máximo la figura de la Fallera Mayor de Valencia, siempre se le ha protegido y distanciado de cualquier cuestión al margen de la fiesta, y ahora, sin que se haya comprobado la veracidad de dicho titular, más bien se ha negado tal ofrecimiento, se le utiliza con no sabemos qué fin, puesto que con ello se vislumbra una intromisión hacia la persona y a lo que representa, que es el colectivo que la elige mediante el proceso establecido año tras año.