Ya han sido varios los “rifirrafes” en torno a condiciones sexuales que hemos presenciado en asambleas por parte de algún fallero y el presidente de la Junta. Y no lo concibo. No puedo entender cómo a estas alturas de la vida, con la libertad que existe en el mundo entero, alguien pueda tomar por donde no toca ciertos comentarios que no vienen a cuento.
La represión de la dictadura ya quedó atrás, las leyes que se solían aplicar en aquel entonces contra los que expresaban su diferente condición sexual ya no existen y la sagrada libertad ha hecho que prevalezca la cordura en el mundo. Hay que tener muy claro que la gran mayoría de los valencianos, los falleros y los llegados de Cuenca y otros puntos de la geografía mundial, tenemos claro que la condición sexual de cada uno es libre y respetada. No tenemos ninguna duda de que no existe diferencia alguna, y por lo tanto no procedería ni el contemplarlas, porque, repito, somos libres de elegir lo que nuestro cuerpo y sentimientos nos pidan.
Por todo ello, no acabo de entender ese posicionamiento del presidente ante algún comentario que se suele hacer, como el que ocurriera anoche entre él y Julio Torras. Tampoco puedo entender esa ansia por incidir en diferenciar al hombre y la mujer, en el fallero y la fallera. No entiendo por qué ahora sí parece obligatorio dudar de la moral de los falleros entorno a este asunto.
Porque si la igualdad de géneros es algo que no debe tener las mínimas dudas, tampoco entiendo esas cortinas de humo en torno al tema, mientras se dejan de lado los constantes fallos que estamos apreciando. Los falleros no son tontos y eso lo están percibiendo, por lo tanto, recomendaríamos al sr. presidente que deje de “jugar” con estos temas y se centre en lo que parece ser no le gusta demasiado.
No nos vale la politización de la fiesta, no nos vale los constantes vaivenes, tampoco nos interesan lo que piense el sr. presidente en aspectos personales; lo que queremos es que se ponga a trabajar en pro de la fiesta, que deje de incidir en cosas que no tocan y que no vuelva por pasivos los reproches que se le están haciendo día a día.
Basta ya de hacer lo que no procede, basta ya de ir contracorriente y basta ya de hacerse la víctima, mientras hace de su capa un sayo y da constantes preferencias.