Sabiendo lo que desgraciadamente vive la sociedad se comprende la preocupación por la erradicación total y absoluta del machismo y la xenofobia. Podemos entender, y entendemos, el movimiento por hacer patente el rechazo generalizado. Lo que ya no acabamos de digerir es que se pretenda insinuar que el colectivo fallero pudiera estar necesitado de justificar y demostrar lo que no procede.
Indiscutiblemente que se acepta el hecho de que la información llegue y que se haga eco de ello, pero otra es lo que adivinamos sobre las formas y las pretensiones con empapelar los casales con el cartelito de marras.
El movimiento fallero, desde sus inicios, siempre ha respetado con exquisitez a la mujer y la evolución ha ido de la mano de la propia sociedad, abriéndose en función del momento. La Fallera Mayor y su Corte de Honor siempre han contado con el respeto y la protección de los falleros, lo mismo que las de cada una de las comisiones. Bien es cierto que han existido vetos para determinadas funciones, pero, por suerte para todos, el cambio se ha producido y podemos ver un buen número de presidentas en las comisiones falleras, así como igualdad de derechos en sus censos.
Por estar totalmente de acuerdo en esa erradicación, es por lo que me gustaría que ese esfuerzo que se intenta hacer desde las instituciones llevara, además, un complemento que fuera destinado a intentar legislar nuevas leyes que protejan todavía más a las mujeres y a las personas que sufren discriminación. Bueno sería que la campaña cumpliera también ese cometido, con el fin de que se actuara con más firmeza y rapidez contra los maltratadores y criminales que ‘pirulan’ por la vida. En este tema no deben de valer las banalidades ni la pérdida de tiempo, habría que actuar con rapidez y destreza para anular las reiteradas acciones de estos desalmados.
Lo que también es cierto es que no se puede generalizar, por un lado, ni por el otro, todo el mundo no es igual, por ello se debería de actuar con contundencia ante los primeros síntomas y alejar de sospechas al resto de los mortales.
El colectivo fallero, pienso, no necesita de carteles que exterioricen los sentimientos de sus componentes porque son intrínsecos de él. Una forma gratuita e inútil que no es de recibo. Recogemos con gusto el hecho de que se haya decidido aparcar el estudio hasta nuevas fechas, lo que sin duda dará tiempo para la reflexión y el consenso. Al menos eso es lo que esperamos.