Después de lo vivido con anterioridad y lo que estamos pasando en el presente, la verdad es que la incógnita sobre el futuro de la fiesta empieza a ser preocupante. Y es que mientras se dependa de la política, el futuro va a seguir siendo incierto, y todo a pesar de que casi nadie, de momento, piensa en cambiar esquemas sobre el particular. La sombra de la duda de lo que pasaría al desvincularse el consistorio nos devuelve a la realidad actual dejando todo en manos de tendencias políticas. El miedo a que los apoyos, las subvenciones, el soporte, etc., no sigan en la misma medida, es la incógnita que hace fuerte el no al cambio. Y lo peor de la cuestión es que los políticos lo saben.
Cuando pensamos en el ejemplo de Alicante con las Hogueras nos tropezamos con algo muy determinante, que no es otra cosa que el empeño, el momento y las circunstancia en que se planteó. Nada que ver con Valencia y, sobre todo, con el momento de desunión que existe en nuestro colectivo.
Y digo desunión porque es la realidad más pasmosa que nos asiste. El meninfotisme siempre ha estado presente en la fiesta, pero es que en la actualidad se ha generalizado de una forma preocupante. Aquí todo el mundo arrima el ascua a su sardina y pasa de complicaciones personales, y eso sirve como caldo de cultivo para quienes dirigen los destinos, lo que nos lleva a desestimar un próximo congreso tan solicitado por esos mencionados dirigentes.
Por eso, a escasos meses de unas nuevas elecciones municipales y autonómicas, nos topamos de nuevo con la incógnita de ver quién será el director de orquesta de nuestra principal fiesta y una de las mejores del mundo, si es que no es la primera. A nadie le gustaría encontrarse con gente que no conoce nuestra idiosincrasia, que tergiversa las cosas, que se inventa modificaciones sin el criterio adecuado, que obvia nuestras tradiciones o que quieran aprovechar la coyuntura para hacer de su capa un sayo.
Lo bien cierto es que, por parte de algunos, las espadas están ya en alto y el esfuerzo en convencer se acrecienta. El juego político con la vista puesta en las elecciones ha comenzado. Veremos cómo concluye todo.
Ni pongo ni quito rey, pero para los falleros es muy importante que quien esté al mando se ocupe de aunar, no de imponer, olvidando, dentro de lo posible, su ideología.