Aunque pueda resultar reiterativo, lo cierto es que, a pesar de que el presidente Ximo Puig anunciara el final del Pasaporte COVID a partir del día 1 de marzo, y que «si las cosas continúan yendo como van en estos momentos, la voluntad es que no haya más restricciones más allá del tiempo necesario”, hay que seguir hablando de ello con toda la prudencia del mundo por la sencilla razón de que el peligro sigue agazapado.
Nos encontramos en la recta final, y a pesar de que la situación epidemiológica ha bajado con la misma velocidad que subió, lo que ha permitido ir tomando decisiones favorables de cara a las celebraciones, hay que actuar con conocimiento y por ello es recomendable no bajar la guardia y seguir pendiente de la evolución que nos marcarían nuevas pautas a seguir.
A mediados de febrero se nos dio una alegría, y con la seguridad necesaria, pero con toda la normalidad posible, nos esperan las Fallas. Con la comparecencia del jefe del Consell se reafirmaba la esperada vuelta de las mascletaes a la plaza del Ayuntamiento, y la Ofrenda de Flores a la Mare de Deu dels Desamparats era ya un hecho, permitiéndose el desfile sin la dichosa mascarilla. Eso sí, en las aglomeraciones de los espectáculos pirotécnicos y en eventos falleros, caso de la ofrenda, los espectadores deberán utilizarla. Que no se nos olvide, porque la pandemia sigue y hay que ser cuidadosos. Aunque en esto los falleros ya demostramos en septiembre que somos un auténtico ejemplo de civismo, seguridad y sentido común. Seguiremos siéndolo sin duda.
Por la gran mayoría es conocido que las fallas que se van a plantar este año serán excepcionales en cuanto al presupuesto, habida cuenta del plan a dos años cerrado entre comisiones y artistas, lo que nos llevará a la obligada visita.
Todos somos conscientes de que la situación económica ha cambiado debido a la crisis que estamos sufriendo. La destrucción de empleo nos ha abocado a tomar precauciones y vigilar nuestro bolsillo, pero esto no es definitivo, y con la recuperación encontraremos de nuevo el buen camino, lo que nos llevará a poder invertir en asueto, en que los censos vuelvan a crecer y que los presupuestos de las comisiones encuentren el camino desandado.
La fiesta no puede decaer, sí que entenderemos altos y bajos, como siempre han existido, pero el amor por ella nos aboca al esfuerzo y a la entrega personal. El próximo ejercicio será previsiblemente más difícil económicamente, quizá más austero, pero allí estaremos animando desde nuestra atalaya informativa para seguir adelante.
Sólo me queda, después del ánimo, desear a todo el colectivo unas felices Fallas, y una cremà, que repite el horario que ya tuvimos en septiembre, sin contratiempos. Que la climatología nos respete y que las Fallas vuelvan a brillar en su mes por excelencia. Hemos esperado dos años. Disfrutemos, que nos lo hemos ganado.