Cuando echo la vista atrás, no puedo dejar de pensar en este recorrido de treinta años de la mano de tantos amigos y con la complacencia de tantos lectores que nos siguen puntualmente. Tres décadas de Actualidad Fallera dan vértigo.
Lejos queda esos inicios, cuando mi amigo Pepe Varea intentaba por todos los medios involucrarme en esta aventura monográfica dedicada al colectivo fallero, pretendiendo con ello complementar así su publicación mensual, Mundo Fallas, con un tabloide semanal que recogiera tanta información como la que generaba y sigue generando dicho colectivo, el cual llegaba el 3 de enero de 1993.
Lo que no olvidaré jamás será la compañía que hizo posible esta iniciativa. Primero llegaría mi gran amigo y ‘hermano’ Emilio Polo, que dados mis constantes viajes desarrollando mi otro habitual trabajo, lo que permitía el dispendio y los costes que la publicación suponía, se encargaba de llevar a buen término la edición.
Las circunstancias, con la ausencia de la publicación de mi amigo Varea, hicieron posible el cambio de tabloide semanal a revista a todo color con periodicidad mensual, llegado octubre del 94. Así acababa Mundo Fallas y nacía en el mismo formato Actualidad Fallera.
Donís Martín, Josechu Rey de Arteaga, Manolo Andrés Ferreira, Guillermo Ortigueira, Antonio Cortés, Armando Serra, Pepe Aguilar y más colaboraban con columnas de opinión, reportajes, dibujos o fotografías, que hacían que la publicación fuera interesante para el lector.
Lo que tampoco puedo olvidar son los pronósticos de los más ‘aventajados’. Unos nos daban dos meses de vida, otros tres y los más optimistas hasta seis meses. Qué poco me conocían y qué poca sensibilidad, aunque en esa premonición había algo interesante en lo que se basaban, porque muchas publicaciones salían nuevas y ninguna se consolidaba.
La revista seguía su evolución, la aceptación era muy interesante y hubo que pensar en mirar adelante y seguir apostando. Así, llegaría Julio Fontán y, un poco después, Manolo Andrés Zarapico.
Y colaboradores que se incorporarían con el paso del tiempo, caso de Manolo Sanchís y Hernán Mir, Enrique Mora, José Pardo y nuestras voces en las distintas juntas locales.
Décimo aniversario, vigésimo aniversario, y este año nos plantamos en el trigésimo aniversario con las cosas bien hechas y el futuro abierto para que los que me preceden puedan seguir apostando por ella.
Jorge y Alberto Torralba, mis hijos, han sido son y serán puntas de lanza en el devenir de la publicación, el primero con la gerencia y dirección y el segundo con esa inagotable creatividad que hace de sus diseños un auténtico placer. Y nunca podré olvidarme de los dos artífices del contenido, Manolo Andrés y Julio Fontán, mis ‘otros’ hijos, porque así les considero y porque nunca vi un interés tan grande como el que ellos tienen en que el trabajo salga perfecto.
Cuando la edad empieza a pasarte factura, mermando parte de tu eficacia, siempre es alentador ver como aquellos que siguen haciendo esfuerzos lo hacen con soltura y con esa misma eficacia que siempre ha existido en esta editorial. No quiero dar a entender con esto que mi retirada es inminente, pero ningún mejor regalo que esa tranquilidad que te queda sabiendo que el proyecto sigue teniendo mucho futuro y que la demanda sigue existiendo.
Sólo me falta dar las gracias a esos lectores que a lo largo de estos treinta años siguen esperando cada mes a que el número esté disponible en los quioscos. Gracias, muchas gracias por vuestra fidelidad.