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ARDE VALENCIA

Y es que el Congreso Fallero que se cierne sobre nuestras cabezas, porque la Interagrupación ha decidido -por fin- que así sea, se perfila como el Congreso de la Caramba. Y oigan, que me parece de pandereta que hagamos un congreso para hablar de bandas, carambas y similares. Habrá quien diga que todo es importante, y yo opino que no. Taxativo. No todos los temas son importantes, los hay más y menos. Y les puedo asegurar que en mi caso la preocupación sobre la banda y la caramba es nula. Ni me preocupa ni me quita el sueño, cosa que sí que hacen otros aspectos que la fiesta necesita cambiar, reglar y especificar.
Deseo con todas mis fuerzas que el congreso no sea para hablar de bandas, que sea para sacar los trapos sucios, los de verdad, que tiene la fiesta y se laven. Para ello opino que deben preparar su condición de congresistas aquellos que ven en la fiesta de las Fallas más que vanidad y folklore mal entendido, que no tradición. En el siglo XXI los que quieran los viejos moldes de “siempre se ha hecho así” que se abstengan. Mentes abiertas, y sobre todo, con respeto, a manos llenas, para escuchar y debatir, sin imponer.
Uno de los temas que pienso es necesario tratar es la reforma de la Junta Central Fallera. El organismo autónomo municipal, su funcionamiento, la vertebración fallera del mismo y su naturaleza deberían ser debatidos y revisados, mejorados y aumentados. Entonces, además de respeto, el congresista ha de tener otro requisito, criterio. Tenerlo no quiere decir ser un doctorado en fallas, en monumentos, en historia, en lo que sea. No. Tener criterio es tener claras las ideas y saber qué es lo importante y qué es lo accesorio.
En este congreso, ya se lo digo yo, habrá una palabra que se oirá hasta la saciedad, y que no es otra que politización. Seguro que gano las apuestas si digo que será la más repetida. Y empezar a hablar de esto me parece que es caer en la trampa donde el único que no se beneficia es el fallero, y sí los políticos, porque al final hablamos de ellos. Y yo quiero hablar de Fallas.
Miro esperanzado de verdad a que al congreso vayan los que quieren trabajar y que avance la fiesta, que no vayan los del cachondeo, los que ir de congresista sólo les aprovechará para salir una noche o una mañana de casa y pasarlo pirata con los compadres del sector o de la agrupación. Y que al congreso vayan los que han hecho los deberes, y no los que simplemente hablan más alto para que no oigamos lo que en realidad quieren decir.
Que vayan los falleros a reclamar lo que es suyo, el derecho a decidir qué quieren que sea esta fiesta. A todo esto sólo si el congreso no se castra de partida para que sea sota, caballo y rey, y más bien rapidito, que no moleste.
Ahora ya se enciende la mecha de la fiesta en estado superlativo, llego el momento de salir a la calle y plantar, quemar, disfrutar y sentir el cosquilleo en el estómago que siente el fallero cuando amanece el primer día del mes de marzo. Todo esto con el permiso de normativas, ordenes, inspecciones y el 21% de IVA. Pese a todo ello un año más sacamos la fiesta a la calle. Eso es lo que hace el fallero, defender la fiesta, porque por lo visto nadie más quiere defenderla con nosotros.