Un directivo del Gremio de Artistas Falleros de Valencia dimitía el pasado marzo por discrepancias con la directiva. Otro más lo hace hoy debido a la polémica suscitada con una hoguera firmada por él. ¿Y ahora qué?
El Gremio convocó elecciones el año pasado, y salía vencedora la candidatura de cinco personas, José Ramón Espuig, maestro mayor; Ignacio Ferrando, vicemaestro; José Bartolomé, secretario general; Manuel Martín, tesorero, y Mª Pilar Luna, contadora. De ellos sólo se mantienen tres en el cargo. Por no hablar de las dimisiones de otros directivos, no electos, por su disconformidad con la gestión realizada hasta el momento. Y las que llegarán.
La legitimidad conferida por las urnas a esta directiva de cinco electos está bajo mínimos. De hecho, según los estatutos de la institución, se preveía que al dimitir un electo se tenía que convocar de nuevo a las urnas; una condición no muy clara, con precedentes históricos en otros sentidos, incluyendo el caso del propio Bartolomé en la directiva de Salvador Gimeno, y que decantaron la solución hacia la continuidad. Pero ahora es todo muy diferente.
El vicemaestro mayor y el secretario general han dimitido, por diferentes razones, de una directiva que afronta la etapa más complicada del Gremio de Artistas Falleros de Valencia en los últimos años. La popularidad del gremio se tambalea, los problemas no hacen sino que el fallero mire hacia la el organismo artesano con recelo, y asuntos como los derechos de propiedad intelectual ha colocado en una situación complicada a los medios de comunicación y los artistas agremiados en Valencia. Las declaraciones de Espuig en la Gala del Artista Fallero no mejoraron este hecho, desde luego.
Simplemente me pregunto qué pasará ahora. Y me lo pregunto porque me preocupa el futuro del gremio, y sobre todo de la profesión de artista fallero en un momento donde la situación económica, el nuevo horizonte profesional que se plantea con la titulación, el prestigio, el respeto y el cariño de los valencianos hacia el artesano que hace posible esos sueños efímeros que son las fallas está en juego. Es todo demasiado importante como para pensar en apetencias personales. ¿Y ahora qué, artistas falleros?