Como si fuera Michael Banks me encuentro escribiendo una lista de las cualidades que ha de tener la Mary Poppins fallera, o lo que es lo mismo, el jurado perfecto. Y es que con la iniciativa de cambio para los componentes del jurado de fallas surgen las voces que claman por esto y por aquello, poniendo en busca y captura al jurado perfecto. Que es algo muy habitual, lo de ponerlos en busca y captura, pero siempre después del fallo y con antorchas. Ya les digo yo que esto, por más cambios que haya en el jurado, no va a cambiar. Es una tradición más: soparot, plantà, esperar al jurado, esperar el veredicto y esperar de nuevo al jurado para poner el grito en el cielo, más que nada porque llover nunca lo hace a gusto de todos, y menos si eres fallero.
Y sigo con la lista. Que no sea rencoroso. Vamos, que no guarde “pelusilla” a otros falleros por cosas que no atañen a lo que están juzgando. Hablando claro, que no sean esos que salen y, cual Michael Corleone, se dedican a vengarse de todos aquellos que en su día le chafaron la ilusión fallera, dejando sin premio, negando el pan y la sal a potenciales ganadores o simplemente haciendo pasar por el aro a las fallas que le tocan en suerte. Vaya suerte para esas fallas, ¿no creen?
Que sepa a qué va. Esto va a ser más complicado, porque en un concurso donde sus bases se limitan a casillas de puntuación, sin un criterio definido, lo que significa un problema más que evidente, la propia experiencia personal del que sale de jurado ha de ser su compañero de batalla. Y claro, para saber has de ver. Y cuántas veces habremos oído entre algunos aspirantes a jurado de fallas la frase “a ver si este año salgo de jurado y veo fallas”. ¿Ah, pero que no las veía?
Sobre la experiencia, un apunte. Se oyó en el Pleno de JCF de noviembre que se debería pedir un mínimo de años de fallero para poder ser aspirante a jurado. Ahora la imposición de un bunyol, sea d’argent o d’or, te da la capacidad innata de valorar fallas. Esto es algo que no sabía, pero que me reconforta. Por lo visto incluso le da la razón al que quiere ver fallas, porque claro, llega el día 15 a su falla, coge la cerveza y no le da tiempo a ver nada.
Que se haga muchas preguntas. Siempre es bueno cuestionarse todo. ¿Si una falla se planta fuera de donde le toca por demarcación hay que descalificarla? ¿Si una falla lleva hierro hay que descalificarla? ¿Si hay refritos qué hacemos? ¿Los cartelitos hay que leerlos? ¿Oiga, y eso del acabado qué es? Nota: Sí, parecen chufla, pero son preguntas reales escuchadas en el curso (sic) de jurados de falla que organiza JCF.
Y ya concluyendo la lista, que es más larga y que dejo su enumeración para otro día, una última cosa. Un aspecto que pienso es el más importante de entre todos los puntos que deberían observar ese “prácticamente perfecto en todo” que debería ser el jurado de falla. Honradez. Que valore dentro de su criterio, que tenga criterio y sea honrado, no se deje llevar por pulsiones y sea capaz de dar su visión de lo que está viendo. Y ya de paso una cosa que a veces nos olvidamos. Que le gusten las fallas.