Somos muy de mordernos la cola, eso es así. Y aprovechamos la mínima para meter dentellada a los mismos temas una y otra vez. Quedarnos hervidos, fritos o a la plancha, según paladares, cual pescadillas de fatuo destino. Y es que el final, mordiéndonos la cola, ustedes me dirán, no es un final feliz (ni digno si me apuran).
Una vez más desde el sector hostelero se le mete rejón a las fallas (comisiones) porque durante Fallas (posiblemente... la mejor fiesta del mundo) no han hecho el agosto. Achacan sus males al mal tiempo, el calendario y la que denominan como "competencia desleal". Todo ello, según datos´, ha provocado un descenso en el volumen de negocio de la hostelería de alrededor del 15% respecto al año anterior.
Por entrar en lugares comunes, ya transitados año tras año, me parece que este tema cansa y está caduco. La InterAgrupación, con su nuevo presidente a la cabeza, le arreaba un aldabonazo de atención al colectivo hostelero, y se abría el paréntesis hasta que vuelvan las aguas festivas a correr por nuestras calles.
Oigan, que ya está bien. Parece que no va con la hostelería el hecho de que, si en marzo tienen más beneficios, es por culpa de las comisiones falleras, que hacen la fiesta de las Fallas. Que son las que se gastan los cuartos en sacarla a la calle y plantan las fallas. Son el motivo mismo de la fiesta. No son los culpables de nada, pero son los responsables de todo. Somos los responsables de la fiesta. ¿Me quieren ustedes decir a mí qué genera la hostelería con respecto a la fiesta?
La hostelería mira con desapego a las fallas, le echa las culpas de todo, y parece que hasta con desdén. Parece que tienen más la responsabilidad de sus males que la de sus bienes, los que puede que obtengan gracias a esa fiesta "tan molesta" para algunos que sacamos a la vía pública. La fiesta grande de la ciudad.
Todo esto viene provocado por el cartel que tenemos de cara a la ciudadanía en general. No se nos quita el sambenito de saltimbanquis, y empiezo a estar más que harto de que nos andemos justificando con unos y con otros. De Santa Bárbara sólo se acuerdan cuando truena, y de las Fallas cuando llegan elecciones. Entonces se vuelven todos extremadamente falleros. Y los son de toda la vida. Y resulta que las Fallas, fíjate tú por dónde, vertebramos la vida social y asociativa de la ciudad. Me alegra mucho que así sea, porque entonces cuando ahora ya no estemos en proceso electoral, y empiecen a darnos con la regla en los nudillos las asociaciones de vecinos, hostelería y similares, los representantes políticos saldrán a decir "un momento, que las Fallas son importantes". ¿O no lo harán? ¿O harán lo de siempre?
Creo que deberíamos escuchar a todo el mundo y sacar conclusiones. Y si hay que ponerse serios, pues nos ponemos. Y si hace falta exigir y decir el "qué hay de lo mío" se dice, con energía y respeto, escuchando y negociando. Ya está bien de marearse en "y tú más". Es la pescadilla que se muerde la cola. Cuando no son los hosteleros, son las fallas.
Blog Fallero de las Fallas de Valencia
Pescadillas y colas mordidas
- M. Andrés Zarapico
- Arde Valencia