Septiembre era el mes en el que se ponía en marcha la iniciativa “Madrid Decide”. El gobierno municipal de Manuela Carmena daba a los ciudadanos una web en la que proponer ideas para la ciudad. En el caso de que alguna obtuviera el respaldo del 2% del padrón municipal se realizaría una consulta pública. Alguien “troleó” el foro y pidió un monorrail, al igual que pasaba en un mítico episodio de Los Simpson.
¿Y esto a nosotros qué nos toca? En principio nada, pero la propuesta de Pere Fuset del anterior Pleno del ente fallero se me antoja parecido: “Un ple de JCF on hem anunciat que donarem un chicotet primer pas pels pressupostos participatius per a rebre propostes i decidir quines noves prestacions o formació podem oferir a les comissions falleres”. Así lo subrayaba el concejal en las redes sociales.
Presupuestos participativos. Algunas voces dijeron, con bastante razón a mi parecer, que resulta precipitado. Y es que decidir, de la noche a la mañana, en colectivo, dónde destinar 20.000 euros “falleros”, se me antoja osado. Muy osado.
Está claro que va en el ADN del actual gobierno municipal que la participación es, así se ha dicho por activa y por pasiva, pilar de la política que se quiere practicar desde el consistorio. Y a mí me parece fenomenal, porque todo lo participativo supone por naturaleza un beneficio a la fiesta fallera. Pero soy mucho más cauto en cuanto a la naturaleza de la idea.
Por partes. En un presupuesto cercano a los dos millones de euros, que se pueda decidir la naturaleza de 20.000 euros es, justamente, un 1%. Yo soy muy de Letras, pero como porcentaje me parece pírrico.
Nunca se ha hecho. Es verdad, jamás se ha dado abiertamente la oportunidad al fallero de proponer en que gastar el dinero, pero a mí me parece hacer la casa por el tejado. Propuestas de actividad, y aplicar un presupuesto a la misma. El que gobierna gestiona, que para eso gobierna, y los demás proponemos.
En el pleno también se dijo que no se puede destinar a subvenciones o a contratación. Pues si no es para ayudas o para premios, ya se han reducido en más de la mitad las ideas. Porque el fallero siempre solicita, y con razón, que se le ayude a echar a andar los proyectos que realiza, como cabalgatas, obras de teatro y presentaciones, por ejemplo, y en su defecto, que los premios sean jugosos para motivar el concurso. No es para premios, no “mola” tanto.
En esta tesitura, decidir el destino de 20.000 euros del presupuesto de JCF es una especie de eufemismo. Mejor se podría comentar “díganos una actividad nueva que podamos hacer”. Pero de ahí a presumir de “presupuesto participativo”, con un Consejo Rector de por medio, me parece presumir de una medida que se me antoja, como he dicho antes, pírrica.
¿Y si pedimos un monorraíl?