La voladura controlada de la fiesta por parte de la tecnocracia instalada en la Concejalía de Fiestas del Ayuntamiento de Valencia sigue su curso. Fuset se borra de Plenos y de Asambleas, pero sigue siendo el que manda, el amo del castillo, el que decide. Pero él dice que se despolitiza la fiesta. ¿Alguien se puede creer que la fiesta se despolitiza si el concejal sigue mandando y haciendo, pero no va a las Asambleas y los Plenos de JCF a escuchar a los falleros? ¿De verdad, alguien se lo cree?
El pasado mes de mayo, en el Pleno y posterior Asamblea, el concejal Fuset anunció la convocatoria de una Asamblea Extraordinaria para hablar de la conveniencia o no de un Congreso Fallero. Ya lo hizo el mes pasado, no lo hizo ayer 'per primera vegada'. Ayer lo único que dijo es que se borra de los Plenos y las Asambleas. Que no va a ir. Pero claro, el humo que empieza a extenderse para tapar la madre de todos los charcos de su gestión dice que todo es despolitización de la fiesta, poder de decisión, que podrán decidir su futuro. Que las fallas serán lo que quieran los falleros. Y como diría Felipe González, parafraseando a Groucho Marx, “y dos huevos duros”.
Y es que la fiesta parece a día de hoy una película de los hermanos Marx. La constante huida hacia adelante del edil de Cultura Festiva lo ha dejado ya al borde del precipicio. Y nombra la época de Enrique Real para justificarse. Como dijo ayer un amigo mío, creo que se lo han contado mal.
La Asamblea de Presidentes de anoche, hasta la bandera, demostró unas cuantas cosas. Por un lado, que el hastío hacia la errática gestión de Fuset al frente de las Fallas es un hecho. Ni se deja aconsejar ni quiere. Enrocado en sus asesores políticos, Fuset sigue caminos por dónde nadie (fallero) le quiere seguir.
También demostró que los presidentes están hartos de que se dude de la democracia en la fiesta. Ese mantra, al que ya se cogió como un palo ardiendo nada más pasar las Fallas, no hace más que pasarle factura desde entonces. Porque dudar de que existe esa democracia es dudar de la representatividad de las directivas, presidentes de falla, delegados de sector, presidentes de agrupación, de federaciones y por supuesto de la Interagrupación. Una Interagrupación que, parece ser, según Fuset, ahora es la que no quiere dialogar.
Fuset dijo hace dos años que la línea maestra de su gestión iba a ser el diálogo, la ‘pinya’ y el ‘comboi’. Ayer, sólo dos años después, se borró de los Plenos y de las Asambleas.
La Asamblea de ayer, histórica y para recordar, escuchó palabras muy graves, muy duras, dolientes y al tiempo dolorosas. No recuerdo que en alguna ningún presidente antes pidiera dimisiones, se sintiera defraudado, manipulado o tildara de “cobarde” al edil de Fiestas de nuestra ciudad. Qué duro todo y qué dolor. “La fiesta está sangrando” o “la fiesta está gravemente herida” o “se nos ha faltado al respeto” también se escuchó. Y una más: “si no nos quiere, que no venga, que pongan a otro, no sé a quién. Pero si no nos quiere, por favor, que se quede en casa y que dimita”. Un aplauso encendido subrayó la frase. Dolor. Pena. Tristeza.
Y mientras, despolitización, elección, poder de decisión, Congreso Fallero y demás conceptos irán desgranándose por forillos de adláteres. Un Congreso Fallero que, por cierto, creo que a día de hoy está siendo demolido de antemano por el hecho de la decisión del edil Fuset. Otro charco más. Señores, no excusen lo inexcusable. Ya está bien.
Mi opinión es que todo el cirio montado no es ni por la no reunión de la Interagrupación con el alcalde, ni por falta de ganas de diálogo ni por nada más. Es el siguiente paso de la voladura de la fiesta: Fuset se borra.