Así lo afirmaba Mario Benedetti en una de sus grandes aportaciones al poemario universal. En sus versos, el gran poeta uruguayo reflexionaba sobre las diferencias entre los que deciden y mandan, y quienes acatan y obedecen. De aquel Norte y ese Sur tenemos su fiel reflejo en el colectivo fallero, o así se evidencia más que nunca últimamente con diversos ejemplos.
El Sur, ese sur de Benedetti parecía mostrarse hace unos días en los Jardines del Palau. Allí, en un rincón del Sur, quedarían relegadas las finales del quincuagésimo sexto campeonato de truc, y sexto de parchís.
Lejos pareció quedar ese escenario del Norte donde sabios clandestinos y tras cantos de sirenas, iluminaban el escenario con cielos de neón para que cámaras cenitales mostraran a los presentes ambas finales.
Quizás el campeonato, al igual que la Feria de Julio, ya no es lo que era, y aquellos que antaño eran los denominados campeones del mundo, ahora no son más que humildes falleros echando la partidita a la fresca, y que visto lo visto, bien la podrían disputar en un casal. Seguramente tendrían más “calor” que el vivido en aquella fría noche de caluroso verano, más respeto a uno de los históricos campeonatos del “cap i casal”, y seguramente, más puntualidad en la hora de inicio o premiación. Perdón ¿dije puntualidad? Quise decir horario fallero, el de los falleros del Norte claro, a los del Sur que no se les ocurra llegar tarde.
Es lo que tienen los puntos cardinales. Recordemos cuando se recurrió al Sur para revitalizar la pelota valenciana, que si vallas, señales de prohibido aparcar, grúas, etc., lo que hiciera falta con tal de volver a generar afición en las calles de la “capi”. Luego vendría el éxodo por los diversos trinquetes de nuestras poblaciones cercanas, y aunque somos muy del Norte pues tenemos la mejor ciudad de la pelota del mundo, en la capital no hay en todo el río, por poner un ejemplo, un triste trinquete para niños y mayores, del Sur. Luego, y lógicamente desde el Norte, vendría Don Pelayo, quién instauró un “impuesto revolucionario” sin posibilidad alguna de contraprestación ni donde la espalda pierde su honroso nombre. Y ahora, nuestros niños quedan menospreciados como en las finales citadas. Se les quitó su Gala, los castillos hinchables, y ahora abandonan su campeonato de pelota dejándolo en una insignificante representación. Gracias. Aplaudamos ahora también al futuro de la fiesta de la que tanto nos vanagloriamos, que en unos años quizás no podremos hacerlo gracias a esta política de tierra quemada y discomóviles con las que amansar a las fieras y contentar a ciertos amiguitos...
Bueno, los del Norte igual sí, o tampoco, qué más les da. Ellos son quienes deciden, y si no díganselo a la Interagrupación, que después de reunir a un selectivo sanedrín, curiosamente sin sus legítimos representados, se bajan los pantalones en el momento que desde el Norte les levantan la voz, y mientras el resto, los del Sur, a callar y seguir cabeceando en las asambleas.
Las cosas son como son, y con el beneplácito de Darth Vader, la guerra de galaxias seguirá amparando a la saña opulenta, pues a pesar de todos sus laureles, el Norte, es el que ordena.
Mucho tienen que cambiar las cosas para que entre todos logren lo que parece un imposible, que todo el mundo sepa que el Sur, el Sur también existe.