Finiquitado el 2013 con los máximos representantes del colectivo fallero hablando de buenas voluntades y mejores deseos, nos encaramamos a la recta final del ejercicio con los mismos problemas de siempre, o más si cabe, y las pocas o ningunas ganas de solventarlos.
Evidente ejemplo de ello sería la reunión producida hace unos días, en donde los representantes de los colectivos falleros, encabezados por la Junta Central Fallera, y en reunión al efecto con un único tema sobre la mesa, decidieron nuevamente esconder la cabeza bajo el ala, abogar por el continuismo, y seguir amparando la falta de transparencia. Así interpreto el comportamiento del organismo rector, de la Federación de Fallas de Especial y de la Federación de Fallas de 1ªA, quienes en boca de sus presidentes, y la presencia “muda” de la Interagrupación de Fallas y la Unió de Agrupacions de Cap i Casal, prefirieron abogar por un concurso, el de fallas, donde el jurado puedan acogerse a la libre interpretación, al anonimato, en definitiva, a un juicio de valor subjetivo en lugar de a una puntuación en base a criterios objetivos, evitando que cada uno sea responsable con nombre y apellidos de sus actos. Y esto sin contar que la propuesta estaba abalada por el maestro mayor del Gremio de Artistas Falleros. Doctores tiene la Iglesia, y ellos sabrán si tienen algo que ocultar, o si su cometido es simplemente organizar eventos o conseguir invitaciones para actos diversos. Cuando vengan los tradicionales “malos entendidos” posteriores a los fallos del jurado, ya saben quiénes pudieron intentar solventarlo y no lo hicieron.
Así luego nos luce el pelo como nos luce, sólo había que escuchar los comentarios tras el primer día de “clase” del cursillo de jurados. No sabría decir a tenor de lo rajes, quiénes exactamente pasaron más vergüenza, si algunos de los “alumnos” o los propios profesionales a referencia de lo expuesto por sus compañeros. Visto lo visto y escuchado lo dicho, “que la Mare de Déu mos ampare”.
Hablando de la Mare de Déu, hace apenas unos meses el colectivo fallero seguía argumentando la ilógica participación de localidades vecinas en la masificada ofrenda del “cap i casal”. Pues bien, mientras esto sucedía, la Junta Central Fallera ampliaba la invitación a las Falleras Mayores de las Juntas Locales. Una medida que choca frontalmente con la persecución numérica que el ente oficialista ejerce sobre las comisiones. Recordemos que la normativa específica el número exacto de invitaciones, entre 10/12 personas o lo que es lo mismo, dos filas, bajo amenaza de que el incumplimiento de esta disposición constituirá motivo de sanción grave. Pero claro, eran los falleros los que poco más o menos prostituían la ofrenda cobrando por la participación, o ejerciendo la recíproca cortesía con otras asociaciones, ver para creer. Ahora a buen seguro que no saldrán los bufones del reino para hablar de la politización de la fiesta como hacen cuando son otros los que hablan, y sin entrar en el vergonzoso comparativo, o el recuerdo de aquellos deseos consistoriales que llevaron hacer de la ofrenda un cronometrado sprint, esta invitación tiene a mi juicio un tufo político que espanta, y eso que el 2015, perdón 2014, sólo acaba de empezar, y no hablé del mantenedor de la Fallera Mayor de Valencia 2014...
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