Hace apenas unos meses y desde esta misma atalaya, me hacía eco de la reunión mantenida entre las asociaciones más relevantes del colectivo y JCF a raíz de la propuesta de la Federación de Fallas con Especial Ingenio y Gracia sobre la remodelación del concurso de fallas.
La propuesta en su base principal, y tras las pertinentes adecuaciones tras sondear las opiniones incluso de estas mismas entidades antes de su redacción, e incluso con los propios artistas falleros, abogaba por una concreción de bases, una puntuación al efecto, y principalmente por una transparencia con la que evitar suspicacias.
Los jueces a cara descubierta, y su valoración detallada en negro sobre blanco. Nada de una revelación divina, un sencillo pasito para ir buscando la mejora paulatina del evidente enfermo. Pues bien, el hecho es que una vez más sería frenada por las fuerzas vivas, y ninguneando a mí entender el Reglamento Fallero en su artículo 62.
Recordemos que en el caso de un acto festivo propio como es el concurso de fallas, la propuesta debería haber llegado al Pleno, y de éste, si así lo entiende oportuno y no quieren lapidar la teórica potestad de los presidentes, llegar a la Asamblea para su votación.
El caso es que tras la nueva interpretación reglamentaria, llegaría el concurso de fallas, que recordemos son las que dan nombre a la fiesta. Dentro de lo habitual está y estará siempre el descontento de quien no ve con los mismos ojos lo suyo que lo del vecino, lógico y humano, pero cuando nuevamente son tantas las voces que claman de desesperación, y hoy en día las redes sociales son un altavoz de opinión inmediato, el “fallo” es evidente.
Las nuevas tecnologías nos permiten ver la totalidad de las secciones con una cercanía jamás conocida hasta la fecha, y aunque nunca será lo mismo el directo, hay que reconocer que la modernidad tiene su punto.
Frente a la pantalla de nuestro ordenador, e insisto, sin obviar el juicio presencial, podemos comprobar el fallo que año tras año nos ofrece el concurso. No hace falta entrar a la máxima categoría, y eso que la Especial Infantil clama al cielo, pero para quien esto suscribe se juega tanto en el concurso la más modesta de las fallas de última categoría, o su artista, que la de mayor presupuesto.
Haciendo un paralelismo futbolero, el mismo derecho tiene a tener un árbitro de primera un Betis-Sevilla donde los verdiblancos se juegan el descenso, que un Atlético de Madrid-Real Madrid en lucha por el título.
Si no lo han visto den un paseo por la red, repasen los fallos, vayan por ejemplo hacía las últimas categorías, y digan fríamente frente al espejo, mirándose a los ojos, si ustedes hubieran votado lo mismo. ¿Por qué lo hicieron entonces? ¿En qué se basaron? ¿Qué capacitación les amparó? ¿Dónde se habla en las “bases” de tamaños, texturas, composición, materiales, etc.? ¿Por qué unos repiten en infantiles y mayores, y otros con cursillo hecho se quedan en sus casas esperando “la llamada” cual candidata esperando oír a la alcaldesa?
Desde el anonimato, desconocimiento, o simplemente revanchismo, se juega con el pan de profesionales, con las ilusiones de comisiones, y repito, me da igual que sea 6ªC, 4ªA, Tercera o Especial. Urgen soluciones, por lo menos intentarlo, pero principalmente transparencia.