Por primera vez, que recuerde el que suscribe, un concejal del Ayuntamiento de Valencia en materia festiva se reunía con falleros para tratar una partida del presupuesto municipal. Un gesto importante y de aplaudir más allá del acuerdo tomado y la pertinente foto, ya que suponía acercar posturas con diferentes personalidades del colectivo fallero. Una reunión que otorgaba el visto bueno al concejal para poner en marcha su “Plan Germanor” a cambio de posponer la rebaja de 2 puntos en la partida de iluminación, postergando su aplicación al próximo ejercicio, pero en cuantía cercana a los 5 puntos.
Más allá de los integrantes de la mesa, tan válidos como cualquier otro fallero experimentado, me referiré al “Plan Germanor” y su forma de dotarlo. Esos dos puntos, o cinco de llegar el caso, supondrían en el peor de los supuestos, que dejaran de recibir una ayuda, principalmente dos comisiones, de unos 6.500 € sobre 28.000 € que reciben hoy en día declarando unos 140.000 €; y entre 100 y 300 € de media, en un centenar más aproximadamente que la solicitan.
Hay diferencia con lo sucedido en noviembre de 2010 cuando Félix Crespo, entonces presidente de JCF, anunciara el recorte de 4 puntos en la misma partida, del 25 al 21%, indicando meses atrás que la reducción podría llegar al 15% o 10%. Curiosamente en aquel entonces nadie se rasgó las vestiduras, y eso que en esta ocasión el recorte retornará a las comisiones, y en mayor número, al destinarlo a bandas de música y/o pirotecnia. Unos sectores a priori primordiales, y que junto a la falla, son los tres pilares que sustentan la candidatura de las fallas a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Esa catalogación que tanta tinta política ha hecho correr, y que de ser como nos indican me pregunto: ¿por qué se menosprecia a las bandas de música y los disparos pirotécnicos en comparación con los espectáculos lumínicos?
No seré yo, como el regidor Crespo ahora, que no en 2010, quien quiera que recorten un solo céntimo de las subvenciones en iluminación, pero habría que recordar que 10.000 músicos desfilan por nuestras calles sólo en un acto como la Ofrenda. Que las fallas de Valencia capital se dejan cerca de un millón de euros cada año en salarios que recaen en nuestras bandas. Ese orgullo y escaparate internacional al igual que nuestra pirotecnia, que no se merece al parecer más que de boquilla por nuestras instituciones, tener una ayuda en condiciones y no migajas, siendo cultura propia. No digo que sea superior, y que en base a lo que a la UNESCO se presenta parece que sería lo lógico, digo que por lo menos sea igual a ese 20% que se otorga a la iluminación, diez veces más, dotación de premios a parte, exclusivamente por el Ayuntamiento.
¿Dónde está ahora la oposición de antaño que reclamaba a la alcaldía exigir a la Generalitat un mayor compromiso sobre las fallas que tiene olvidadas desde 2010? ¿Dónde está nuestra Diputación? ¿Por qué en lugar de ser partidas del presupuesto municipal no se aumenta el de la JCF cuyos recortes sufridos en años anteriores nos lleva a un presupuesto en 2016 con casi 550.000 euros menos que en 2009? Como dirían nuestros ancestros: “Res, non verba” Hechos, no palabras…