
Dejémonos ya de paridades o paridas, de caretas y carotas, del conmigo o contra mí. La mochila algunos la tienen ya muy llena de mentiras, intransigencias, llamaditas y cafés. La fontanería decían que era cosa del pasado, y ahora resulta que somos tan tontos que mandamos mensajes por WhatsApp hasta para decidir si hoy toca ser hipócrita o mentiroso, nos olvidamos que todo se acaba sabiendo, que de todos se acaba hablando, que a todos acabamos conociendo.
Comienza un nuevo ejercicio fallero, y como todo inicio, habrá que verlo en positivo. Confiar que la palabra dada se cumplirá, y quienes por su mala cabeza perjudicaron al colectivo purguen su culpa. Confiar en que por fin la transparencia pregonada aflore en JCF, y los falleros incluso participen de su presupuesto y no de migajas incumplidas. Que los concursos o temas que atañen directamente al colectivo fallero sean realmente con la participación del colectivo fallero, y no bajo el criterio unilateral de quien se sienta iluminado por los dioses. Que los falleros hablen. Que los políticos escuchen. Que a la InterAgrupación no la acallen. Que las Fallas sean lo que quieran los falleros, y si además tenemos Congreso Fallero acordado en su forma por los propios falleros, prometo pregonar a los cuatro vientos que hasta Papá Noel es descendiente directo del So Quelo, o a la inversa.
De momento ya tenemos fallas municipales, las de todos. Grandes artistas, que presuponen dos grandes proyectos, pero que no quita un ápice para seguir pensando lo mismo del sistema caciquil impuesto, que es más propio de otros regímenes.