¿Ahora qué? ¿Hablamos de democracia? ¿No queríamos que la Asamblea fuera realmente un foro de debate? ¿No queríamos romper con el tutelaje del poder establecido? Anoche los representantes de la democracia fallera, los elegidos democráticamente por sus bases, por sus falleros, los presidentes de Falla, fueron quienes hablaron en su tribuna, en su foro, en la Asamblea de Presidentes, y lo hicieron alto y muy claro.
Lo han hecho legítimamente, en el ágora donde han renunciado a acudir posiblemente por apocamiento o canguelo, su presidente nato y su presidente ejecutivo. ¿Tendrían miedo a las preguntas? ¿o quizás sería a las respuestas? Ahora resulta que aquellos que supuestamente tenían miedo a no sé qué, siguen dado la cara, y quienes tanto promulgaban la democracia participativa, enterraron su cabeza cual avestruz temblorosa.
No hizo falta un estudio demoscópico para entender cuál era el sentir mayoritario del colectivo fallero allí convocado. Un muestreo que quienes quieran leer entre líneas les evidenciará que el universo ideológico era “sociológicamente” plural, y sólo eran, que no es poco, falleros. Se les fue por el retrete la teoría conspiratoria de la derecha cavernaria, la excusa de palmeros y plumillas a sueldo, la dignidad y la vergüenza.
Las ovaciones a cada una de las intervenciones no creo que dejen espacio a la duda. Pero si lo queremos resumir lo podemos dejar en dos frases: “No nos sentimos representados por un presidente que no quiere escucharnos” o “Si no nos quiere, por favor, que se quede en casa y que dimita”. Si lo queremos hacer más corto lo dejaré en tres conceptos: falta de respeto, manipulación y cobardía. Así se podría resumir también la era Fuset.
El concejal se ha descreditado así mismo. La bravuconada de la tarde del martes 27 de junio quedará en las hemerotecas como el momento en que un concejal del Ayuntamiento de Valencia plantó cara directamente a los falleros, les insultó abiertamente sin ningún tipo de recato, ya lo había hecho antes tildándolos poco más o menos de mentirosos e ignorantes, pero ahora se permitía el lujo de prácticamente amenazarlos, o conmigo o contra mí, o dependencia o independencia. Allí donde no quiso entrar en dos años tenía que ser ahora, y por bemoles, la excusa perfecta para intentar una huida hacía adelante de rumbo incierto. Déjese de paternalismos, los falleros son mayorcitos para ejercer su derecho sin tutelas, sin condiciones, sin sus preguntas capciosas de A o B. No meta miedo. Un Congreso tiene mucho más recorrido que sus pretensiones, que sus condiciones, que la independencia o no del ente, ya que quizás no haga falta ni salir del Ayuntamiento para eliminar el condicionamiento político que les oprime si existe realmente esa voluntad política que pregonan cuando hablan de que las fallas sean lo que quieran los falleros. Con sólo 10 minutos de Congreso para la supresión del segundo punto de la Disposición Adicional Primera sería suficiente para comenzar a trabajar tranquilamente, sin prisas, y punto por punto si fuera menester. Debatir, consensuar, y modificar.
Su cabezonería enfermiza de imponer su hoja de ruta política le jugó nuevamente una mala pasada, y ya no le gustaba el juego, haciendo como los niños pequeños, perdón criaturas, ahora me enfado y no respiro. Aunque respirar tuvo que respirar, y muy hondo, tan hondo como le llegaría la saliva que tendría que tragar cuando escuchó, como seguro hizo desde su exilio de mártir acorralado, como una tras otra de las intervenciones de los representantes del colectivo fallero fueron dejando claro que no aceptaban su postura, ni la del alcalde, ni la del insigne profesional que dejó de lado su altruista militancia cultural, si algún día fue tal, para dirigir la hoja de ruta de un proyecto político-festivo.
En la tarde noche del 27 de junio los representantes del colectivo pusieron sobre la mesa tres conceptos básicos. El primero, que no se fían de Gil Manuel Hernández. Su labor dentro del equipo de trabajo que tramitó el reconocimiento de las fallas como patrimonio quedan fuera de toda duda, o no, el tiempo dirá, pero ahora hablamos de otro tema muy diferente. Los falleros no admiten que se juegue con su fiesta, ni menos en nombre de esta para unos intereses que no quedan claro que sean realmente falleros, más bien se entienden como calificaron su encuesta: pretenciosos, partidistas e irrespetuosos. La conclusión sería tajante, más allá del resultado, esa encuesta o estudio, no representa al conjunto de los falleros de la ciudad de Valencia, y debe ser destruida. No en su nombre.
El segundo criterio establecido sería la postura del concejal. No se entendía que era más difícil justificar, la negación de su propio postulado expresado en su primera presencia ante los presidentes invocando al debate en la Asamblea para luego desaparecer, sus aparentes insultos o falacias en rueda de prensa, o su actitud miserable dejando a los pies de los caballos a su directiva, a sus escudos humanos, librándose así de recibir las críticas, de asumir la responsabilidad, por la cual cobra mensualmente mucho más que la mayoría de los mortales, ante la evidencia de su fracaso. No busque más excusas. Usted señor Fuset, y sólo usted, está desquebrajando la fiesta.
El tercer concepto, o precepto, lo encontraríamos en el Sr. Alcalde. Se puede entender su ignorancia en materia fallera, al parecer nunca le importó el tema. Incluso su incontinencia verbal o la de su séquito en quienes genera una reacción en cadena donde todos los que intentan justificarlo hacen del lodazal en el que se mete un inmenso océano maloliente. Incalificables por educación las palabras de la vicepresidenta del Consell.
La verdadera pena es que un señor de su edad, de su bagaje, tenga tan poca cintura política para evitar en virtud de su presumible experiencia, que la faena se le fuera de las manos acabando cual verdugo en cabestro descarriado.
Los falleros, democráticamente, han mostrado su parecer de forma mayoritaria, y le han dado incluso la solución al Sr. Alcalde, pidan primeramente disculpas, sean realmente demócratas respetando la soberanía del pueblo, y o los cesa a ambos de inmediato ya que lo de la vergüenza política al parecer no va con ellos, o somete al concejal a una moción de confianza del colectivo. La pelota está en su tejado, los pelotas se sabe que también...