Las Fallas 2017 ya son historia. Unas Fallas, las primeras del Patrimonio, que han dado muchos titulares, pero que mucho me temo que, aunque han sido muchos, se quedarán cortos para los que este próximo ejercicio puede darnos.
Y es que nos encontramos en un momento de calma tensa, la típica calma premonitoria de una nueva batalla que, bien seguro estoy, no beneficiará en nada a nuestra fiesta y sólo saciará los queridos protagonismos tan presentes en la misma. Pero de esto tendremos tiempo para hablar largo y tendido en los próximos números.
Respecto a las pasadas Fallas, podríamos decir que un año más nuestra fiesta ha sido capaz de movilizar a miles de personas que han decidido visitar nuestra ciudad. El que los días grandes cayeran en fin de semana, el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad y la fantástica climatología hizo que se alcanzaran cifras históricas de asistencia. Ello siempre conlleva connotaciones positivas y negativas, claro está, y quizá sea por nuestro carácter y forma de ser, parece que nos encanta siempre destacar lo negativo en detrimento de lo positivo. Si viene gente mal, y si la asistencia es menor, también. Nunca hay forma de ir todos a una y saborear lo bueno que genera en la misma. Esto sí que es una batalla perdida.
Sin duda, otro de los grandes titulares han sido las fallas municipales. Unas fallas que no han sido del agrado de la mayoría del público, lo que se convirtió en una batalla campal de reproches, insultos y falta de respeto hacia el trabajo de los artistas. ¿Se lo merecían? Sinceramente pienso que no, se saltaron todos los límites. Y aún hay quien se extraña de que Manolo García no presente proyecto este año para la falla municipal. Entiendo a la perfección que no tenga ganas.
Llega un nuevo ejercicio y con él los cambios y las novedades. Uno de los que crea más morbo es, sin duda, quién acompañará este año al Sr. Fuset en la directiva de la Junta Central Fallera. ¿Se tienen que hacer cambios? Sí, y un sí categórico, por diferentes motivos. El primero de ellos, sin duda, es porque lo dijo, comentó que se efectuarían cambios una vez finalizado el ejercicio fallero. Y otro de los motivos es por necesidad. Necesidad de hacer cambios y rotar a diferentes personas que pueden aportar nuevos puntos de vista y nuevos modelos de gestión.
Los cambios siempre son necesarios, como también lo es el agradecimiento a las personas que, durante dos años, y en su mayoría sin ningún tipo de contraprestación a cambio, han dedicado parte de su tiempo a trabajar por nuestra fiesta. Podemos estar de acuerdo o no en la gestión realizada, como puede pasar en cualquier comisión fallera, pero como falleros que somos, conocemos a la perfección el esfuerzo y dedicación que de forma altruista se realiza por nuestra querida fiesta.