No es la primera vez que escuchan y leen mi expresión de que las Fallas son fiel reflejo de la realidad que vivimos. Actualmente existe una gran preocupación por el estado del planeta y cada vez son más las acciones que se llevan a cabo para poder paliar y parar la destrucción a la que estamos sometiendo al mismo. En la Cumbre del Clima, celebrada hace semanas en Madrid, nos dimos cuenta de a dónde estamos llegando, y que, si entre todos no ponemos voluntad y remedio, nos cargaremos definitivamente el planeta donde habitamos. Las Fallas no son ajenas a este problema, y también hace poco conocimos de mano de la falla Convento Jerusalén su proyecto de compromiso con el medio ambiente, calculando, registrando y compensando la huella de carbono.
De verdad que es de valorar y mucho el proyecto que ya están realizando basándose en aspectos reales de lo que contamina su actividad como asociación y la solución adoptada para compensar y consolidarse como una comisión neutra en contaminación. No es sólo una acción de reforestar una determinada zona de Lliria con 1.000 árboles; es la voluntad y la concienciación de los falleros en reconocer lo que se contamina, y los medios que se ponen para reducir la misma y complementarla con acciones medio ambientales que compense la diferencia que se pueda producir. Sinceramente, me parece una iniciativa a tener en cuenta, valorar y por supuesto dar la enhorabuena. Este tipo de acciones, junta a otras que realizan diferentes asociaciones falleras, hace de nuestro colectivo un referente para, entre otras cosas, luchar con los estereotipos de siempre. Las fallas forman parte de la sociedad, y también de sus problemas e inquietudes, por lo que este tipo de acciones además de beneficiar a la propia comisión nos beneficia a todos como ciudadanos.
La falla Na Jordana, un año más, nos ha dado un gran ejemplo de cómo se puede compaginar nuestra actividad y concienciar a la sociedad. Como ejemplo, su belén. Un trabajo realizado con plásticos para denunciar la cantidad de estos que utilizamos y que está conllevando a la destrucción de lo más querido para nosotros, nuestros mares y océanos. Todo el mundo que se acerque a contemplar el belén puede hacerse una idea de la necesidad y del esfuerzo que tenemos que realizar en común no sólo para garantizarnos un futuro, también sobrevivir en el presente.
El cuidado del medio ambiente es cosa de todos, también nuestro, de todos los falleros, por lo que todo este tipo de iniciativas son bienvenidas y necesarias.
Y sólo me queda ya, dadas las fechas que son, desearles como siempre unas felices fiestas y un próspero año nuevo. Cojan fuerzas, porque ya saben que nada más pasen Reyes nuestra actividad comenzará de nuevo con todos los motores en marcha para recibir a la primavera como sólo los valencianos sabemos hacer. Por lo tanto, disfruten en familia de estas fiestas, también muy nuestras, con el deseo de que, de nuevo, llegue el mes de marzo y llenemos de arte y color las calles de nuestra ciudad.