Punxes okLas uvas de la ira.

Dang! Algunas comisiones, y algunos ‘individuos’ (al menos eso retronó en la ‘caverna’) hicieron pública su contrariedad cuando las autoridades iniciaron las campañas de sensibilización, información y comunicación contra la violencia machista en las fallas. Algunos se llenaron la boca públicamente, mostrando su soberbia sabiduría fallera que consideraba exagerada la campaña por innecesaria. Sobre ellos, y sobre todos, planee siempre la memoria de Cristina para recordarnos que la lacra del machismo y de la violencia de género hay que erradicarla de todos los ámbitos… el fallero también. ¡Basta ja! D.E.P.

Dang! Pánico. Siento pánico ante el futuro de las fallas en manos de los actuales representantes de las comisiones falleras. Tiemblo ante la posibilidad que vuelvan a instaurar los listados segregados por sexos, el vestuario masculino de negro y algunas otras prácticas olvidadas. Después de la ‘soberana’ decisión de no aceptar la jornada matutina de la ofrenda con justificaciones tan peregrinas como el horario de la verbena de la noche anterior… cualquier cosa es posible. Déu ens agafe confessats!

Dang! Por cierto, pregúntome, si los representantes de las comisiones fueran mayoritariamente mujeres, ¿se hubiera producido el mismo resultado? Por favor, que nadie venga con el cuento de la ‘ficticia’ representatividad de las comisiones, que ya no nos la creemos. Ja n’hi ha prou d’este color! 

Dang! Ahora va y resulta que la poca participación de presidentes en la asamblea pone en cuestión los acuerdos que hacen involucionar la fiesta en su progreso natural. ¿Ahora? ¿Antes no? Cuando reprobaron a un presidente de Junta Central Fallera no y ahora, cuando no aprueban un cambio en el programa de fiestas, sí. Vaja, vaja…

Dang! El prestigio de cualquier concurso reside inequívocamente en el prestigio del jurado que falla los mismos. Del mismo modo que con ser miembro de una comisión no basta para ser jurado de fallas, haber participado en un concurso de cualquier otro tipo no debería facultar a nadie para juzgar a los demás. Sobre todo, si la concepción que se tiene del concurso no tiene nada que ver con la ‘esencia’ del mismo. En los últimos tiempos se ha puesto de moda mezclar churras con merinas y los resultados son nefastos. Habría que tener en cuenta que no en todos los concursos que se convocan bajo el mismo nombre se valoran las mismas cosas. Es diu, això són figues d’un altre paner.

Dang! Hay ‘elementos tóxicos’ que pululan por los jurados ‘dictando sentencia’ y alterando de forma ostensible la importancia de los elementos a juzgar. Así se produce el tan denostado ‘reparto’ de galardones para evitar tener que explicar lo inexplicable. Y todo ello sólo es responsabilidad de aquellos que los eligen, muchas veces con desconocimiento absoluto de los perfiles de los seleccionados para juzgar, y otras, simplemente por comodidad. Luego se ven sorprendidos por unos ‘fallos’ que no cuadran con lo que ellos y la inmensa mayoría esperaba, ni con los méritos de los concursantes. Aigua al mar no trobarien.

Dang! Lo peor de estos ‘fallos’ es que crean tendencia y acaban por pervertir los fundamentos del concurso en cuestión. Pasa en teatro, play-backs, declamación, belén, presentaciones, etc. y, cómo no, en las fallas. Y todo porque nadie les pide explicaciones de las decisiones tomadas… Nada más sano para cualquier ‘fallo’ que la fundamentación del mismo. Así se acabaría con las ‘sorpresas’, que no lo son tanto una vez se conocen los juramentados. Més clar que el sol de migdia!

Dang! ¡Qué lástima de trabajos! ¡Qué lástima de proyectos! ¡Qué lástima de programaciones culturales! ¡Qué hartura de contraprogramaciones! ¡Qué manera de chafarse la guitarra los unos a los otros! ¡Que burros!  Cadascun per on l’enfila! 

Dang! Con la lengua fuera, pero llegamos… ¡Ale! Ya se han presentado todos los bocetos habidos y por haber… Nada nuevo bajo el sol. Seguimos para bingo.  De més verdes en maduren. 

Dang!

(espectro visible de la actividad cultural de las fallas)

Dang! Glups! Amb tant de raïm i tanta ira, quasi m’ofegue!

 

 

 

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