Apremian tiempos de correos electrónicos y no es frecuente como antaño recibir sobres sellados con remitente en el reverso. Es cierto que cuando llega alguna carta despierta más el interés del destinatario y uno se apresura por conocer su contenido esperando críticas, polémicas y rara vez alguna sugerencia bien argumentada.
El aparecer con frecuencia en antena o expresando opinión en estas columnas, es estar jugando permanentemente con la posibilidad de equivocarse, por ello lo prudente es andar con pies de plomo procurando amasar nuevos textos, tratando de asegurarse al firme de cuanto se cuestiona.
En esta ocasión nos han facilitado las razones por las que emprender el comentario, con propuestas de singular alcance desde la atalaya del fallero observador.
Muchas veces servidor también se pregunta si no podrían ser mejor aprovechadas las funciones de sectores y agrupaciones, separando sus parcelas, en pro de organizar otros actos conjuntos además de los ya tradicionales. Por ejemplo sugerencias para reorganizar la Crida y celebrar un acto más coordinado y espectacular desde los sectores. Tampoco parece que las agrupaciones se muevan mucho por la causa, salvo organizar sus propios festejos.
La Junta Central Fallera anda a salto de mata planificando sus concursos de teatro, intercambios y galas, a falta de ese gran casal con amplio salón de actos, donde aglutinar y facilitar cobijo al impulso cultural de las comisiones. En esto las agrupaciones tienen mucho campo por abonar si se lo proponen y si la Interagrupación está para algo también.
Nuestro interlocutor nos orienta en el ejemplo del nuevo teatro de La Rambleta, que ha venido a facilitar el que algunas comisiones dejaran de emigrar a los auditorios de Torrente (que ya no admite actos de las fallas de Valencia), Ribarroja o Paiporta, entre otros, y que ha acortado el camino desde la ciudad evitando aquellos desplazamientos.
Y nosotros añadimos por enésima vez la reivindicación de los teatros de la ciudad, Talía, Escalante o El Micalet, restaurados con dinero público y negados a las comisiones falleras. Lo de esta última sociedad es vergonzoso para la ciudadanía valenciana. Llevan tres décadas chupando del bote de las subvenciones, programando funciones a teatro vacío y rechazando cualquier petición fallera con veladas evasivas de ensayos, decorados y pretextos con tufo despectivo. En ocasiones han convertido el teatro en salón de banquetes para festejar a los favorecidos con “els premis de les lletres catalanes”. Espacios durante todo un año de más de 90 días sin programación y numerosos fines de semana cerrado y sin ninguna actividad.
La sociedad fue fundada en 1905 y su primer director fue el maestro compositor Salvador Giner Vidal (1832-1911). Tuvo el máximo esplendor en los tiempos de don Salvador Cerveró Ferrer, a su vez presidente de Junta Central Fallera (1959-1963). Incluso una estrofa de su himno que dice “soc valencià de veres perque soc del Micalet”, anulada por los actuales directivos. Los que conocimos aquella sociedad no comprendemos como las instituciones valencianas permiten semejante insolencia en el centro de la ciudad y por si éramos pocos nos cascaron el “Octubre” en la misma yema, en la calle de San Fernando.