No fue muy afortunada la idea de quienes sacaron a la calle las primeras bandas de cornetas y tambores y menos la de quienes siguieron la corriente por comodidad, ahorro o pura ignorancia, por no saber aprovechar uno de los más trascendentales valores que atesora nuestra Comunidad.
Pasada aquella absurda “fiebre” y puestos al día, cuando hemos vuelto a las sociedades musicales y a desfilar con música de viento, cabe destacar ciertos matices y hacer posible si lo fuera, el reforzar la idea de cuidar, insistir y mejorar, la participación en la fiesta de las bandas de música que acompañan nuestros actos.
Según una reciente estimación publicada en prensa local, la Federación de Asociaciones Musicales de la Comunidad Valenciana, aglutina nada menos que 519 entidades, todas ellas con su correspondiente grupo de instrumentistas y en su mayoría otras tantas orquestas sinfónicas, escuelas de educandos y todo un entramado de asentamientos culturales en torno a la música, cuyo denso componente podría mascarse en la atmósfera -dicho metafóricamente-.
Resultaría utópico intentar establecer un censo real de directores, profesores, músicos, educandos y socios que se concentran en tan dilatado panorama y no digamos de cuantos números exportamos a bandas, orquestas, solistas y conjuntos, por todo el mundo.
De ahí que vengamos a evaluar cuanto tenemos a nuestro alcance y elevar el grado de magnitud que conlleva tan extendida erudición artística.
Nunca he podido establecer el asiento por número y cuantía de las Bandas que participan los días de fallas en la ciudad. Se sabe que las hay que doblan y acompañan a más de una comisión, otras que varían el número de músicos atendiendo a sus posibilidades, según las fechas en que se celebran los actos oficiales.
Ya publicamos en las revistas post-fallas el año 2012 el incremento de plazas observado en todas las bandas de música, con motivo de celebrarse las fiestas en fin de semana, dicho sea de paso las ofrendas en sábado y domingo.
De los contratos con las comisiones falleras, sabido es que no sacamos de ningún apuro a las agrupaciones. Unas dedican los montantes a las cajas de la asociación para compra de instrumentos, uniformes u otros gastos, y los hay que se asignan sus dividendos para gastos personales dentro del mismo contexto financiándose sus propios equipamientos.
Soluciones de desfilar acompañados por grupos de “dolçaines i tabals”, siempre son preferibles a la marcialidad de aquellas formaciones.
Tampoco aportan seriedad en los desfiles oficiales las charangas de colorines y “canotiers”, mas propias de la famosa y siempre recordada Banda del Empastre.
No son momentos de pedir sacrificios a las comisiones falleras para progresar y dedicar más presupuesto a tan fundamental complemento de la fiesta, pero si queremos llamar la atención y aportar voluntades para que no se descuiden, restándole magnitud a un elemento básico y espléndido para nuestros festejos.