Si en lo justo apenas se deslizan reconocimientos a aquellas personas que bien se ganaron el respeto por sus servicios a terceros, ya me explicarán lo que cabe esperar de un colectivo como el de las Fallas cuyo tópico más circulante es el de la caldosa "germanor". La tendría uno que palmar para que le dedicasen alguna loa voluntaria.
Es una pena que gentes que dieron los mejores días de su lapso por la fiesta, se tengan que justificar a sí mismos precisamente porque ante los demás nadie afloja, reconociéndose menos ilustrado entre la camorra fallera.
Por eso ciertas tertulias, mesas redondas y programas radiofónicos se hacen insufribles, auténticos bucles de opiniones manidas, repetitivas, lóbregas, insubstanciales, que acaban sin efectivas conclusiones, sólo, como dicen los nativos, bocata de casa y pasando un rato entre conocidos. Intervenciones sin contrastar, laxas, con escasa imaginación. Con lo mucho que se puede aportar con un mínimo de preparación antes de salir a meter la gamba. Y mientras tanto treinta años sin resolver los itinerarios de la ofrenda. Porque a las cuatro de la tarde no son horas de desfilar. Que se lo pregunten a las comisiones periféricas.
Lo que faltaba, al fin le evacuaron unos honores al egregio militar difunto y sepultado. Los hay que nunca conocieron aquellos tercios porque no vivieron tan remotas efemérides. Seguramente reman de oído.
Pobres eméritos, ya ven lo que pueden esperar de sus gestas y subterfugios permanentes en pro de lo nuestro y cuyos nombres no figurarán en los enunciados de las placas conmemorativas, cuando la UNESCO se decida a transcribir las grandezas de nuestras realidades.
Me vienen a la memoria los nombres de medio centenar de licenciados, cuyas biografías engrosarían las bibliotecas de la historia más espesa de nuestro pasado matriarcal.
Siempre he pensado que reescribir la historia es materia de plagios y copiones. Uno que colecciona muchos libros con referencias a las fallas ancestrales, recortes de prensa, documentos y publicaciones, los tiene siempre dispuestos para la consulta, nunca para el remedo.
Es por ello que noto a faltar literatura sobre los hombres que hicieron el que hoy se celebren tantos aniversarios, o es que las comisiones falleras no tenemos archivos donde hayan quedado registrados los que se devanaron las entendederas, para que hoy lleguen las nuevas generaciones y se lo encuentren todo hecho, empezando por los casales.
Es cierto que las fallas nos cuestan dinero a los falleros, pero las de cada cual, la fiesta grande la gestionan y la organizan las instituciones, nos la ponen a huevos y nos subvencionan parte de las fallas e iluminaciones.
Me tiemblan las seseras pensando de matices en las propuestas de arbitrios a la hostelería para un reparto. Solo mentarlo se me nublan las cuentas y la verdad es que me salen pírricas. Dejo para los proponentes las mecánicas de administración, fiscalización y factótum.
Por eso no me gustaría ser emérito, no sea cosa que me toque pasar la bandeja.
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