
Ahora toca verlos venir, a los falleros se nos han puesto delante de las narices propósitos y programas unos de floreo y otros imposibles. Los posibles ya están apareciendo.
Tenemos un alcalde de Manresa y un séquito que más vale no repetir los cargamentos de demagogia con que nos han obsequiado nada más aparecer. Remesas que arrastrarán recuas todavía sin identificar. ¿Sorpresas? A manta, el nuevo gobernante ya anuncia la oficialidad del otro valenciano.
A partir de ahora habrá que ver las reacciones de los voluntarios de Junta Central Fallera que son todos menos uno, el único asentado en nómina. Privativos del trajín a cambio de algún que otro agasajo, tragarán con lo que venga porque tienen muy a gala su condición de aforados del tumulto. Bienaventurados los que desistan.
En su favor los salientes no tienen ninguna culpa de los errores de los demás, desde el concejal hasta el último de la fila cumplieron con más voluntad que acierto cuanto se les encomendó. Ya veremos en qué se quedan los recortes anunciados, el congreso y los establecimientos que se van a forrar con la venta de chaquetas reversibles, a día de hoy todo un conglomerado de incógnitas.
Llegado el momento me faltaban piezas en el tablero. Levantado el secreto del sumario todavía me invadió más la perplejidad y no por más conocidos los altos cargos menos interrogantes. ¡Ay, si esas plazas fueran retributivas!
Hay que ver lo curioso que quedaba el Ayuntamiento con la nueva colgadura multicolor. Cosa de presiones. Por cierto, que hay alguno que ahora está más cerca de cumplir su gran ilusión por ser FM de Valencia.