Sí, pero no avanzamos nada. Después de que nos han machacado con la manida frase de “la vuelta al cole”, reclamo que carga un tufo de señuelo comercial que pringa y que no hace más que amenazar a los padres con un gasto que no por esperado incomoda que te cruje, ahora nos toca a los falleros con la pesadilla de las obligaciones puntuales.
Con el dinero que se destina a lo creativo, con la cantidad de profesionales del ramo con diseñadas tarjetas de presentación que se exhiben y nadie es capaz de encontrar la paráfrasis que substituya al envejecido eslogan circulante de cara a los cursos inmediatos.
A los censados ya nos estaban esperando los talonarios de loterías, los recibos de las cuotas con algún que otro retraso, las recomendaciones de aportar algún fallero de honor y lo de siempre, que si las presentaciones y previsiones de los gastos, cuadraturas y desvelos de los cargos directivos para no andar con patinazos que luego se tengan que lamentar. Rutinas que sobreviven en los tiempos inamovibles y atascadas sin enmiendas ni alternancias.
Pero esto no cala en el vulgo, lo que interesa es el ego, el derecho a decretar. Que nadie se atreva a mover mis tradiciones y si sacamos una fallera de la Corte ya ni te digo. Veamos, ¿hay algún aniversario que celebrar? Pues lo inventamos y lo ponemos en la pancarta luminosa de cabecera de la calle. ¡Pido la palabra! Y aparece un menda con la semana cultural, la exposición de indumentaria y los campeonatos de parchís.
En el fondo las fallas no son una broma, por eso lamento de las personas que se mantienen siempre en las mismas ideas sin adecuarlas a los cambios de los tiempos, sin adaptarlas a la experiencia y permutas del entorno.
Todavía no se escuchan voces en relación con los impuestos que nos van a endiñar. ¿Saben dónde van a repercutir?
Ahora se avecinan ventiscas, vamos a tener movidas más que en una partida de damas, no hay mas que ponerse al día. Al parecer la cúpula fallera apenas ha desvelado sus impulsos. Llega el “9 d’Octubre” con anunciadas novedades y por otra parte secuencias, honores y hábitos con intenciones y mandatos que están por aparecer.
Y para que no todo sean parrafadas antagónicas tengamos esperanza en las loterías, alguna devolución tendremos y como mucho un premio menor, porque si suben más de 2.500 euros el bocado impositivo del 20% te deja tan tieso que no te luce para caña y tapa.
Eso sí, según nota de la Administración General del Estado, desde el mes de julio de 2013 las fallas, entidades festeras y demás asociaciones culturales, podrán seguir haciendo participaciones de lotería sin necesidad de pedir autorización previa a la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado.
Esto conlleva la obligación de meter el tajo a los poseedores de las participaciones premiadas con más de 2.500 euros.
Aun así, que nos toque y lo celebraremos mejor que si nos indultan el “ninot” infantil.