
Ya lo comentábamos en el número anterior de nuestra publicación cuando hablábamos de la sanción propuesta para el presidente de la falla Salamanca-Conde de Altea tras lo sucedido en la Ofrenda. Hablábamos de la dureza del castigo propuesto, de la trayectoria de la persona en cuestión, de la de la propia comisión y de lo infringido. También nos referíamos a que éramos partidarios de que se cumpliera la ley en todos los casos, que se terminara la asidua benevolencia con los infractores y que de una vez para siempre se empezara a castigar a quienes no cumplen las normas, puesto que de alguna forma, como bien se dijo en esta última Asamblea, cualquiera que las contraviene comete, cuando menos, una falta de respeto a los que las cumplen.
Posiblemente este presidente sancionado va a servir de chivo expiatorio, pero si, como referíamos, esto va a significar sentar un precedente para lo sucesivo, pues dénmelo por bueno. Y es que, parece ser, los criterios están empezando a cambiar con la incorporación de gente joven en la presidencia de las distintas comisiones, que el grado de involucración es mayor y que el "meninfotismo" fallero está reduciéndose. Y eso puede ser bueno para que el esfuerzo de los que siempre se lo tomaron en serio y de los que han ido legislado las leyes que regulan los comportamientos, empiece a valorarse y a dar resultados positivos.
Por otro lado, me siento un tanto perdido ante lo sucedido con la Comisión de Recursos, que ha hecho un trabajo serio y los presidentes no la han tendido en cuenta a la hora de votar. Quizás su reciente nombramiento y el tiempo disponible para valorar hayan influido en esta decisión que dejaba sin castigo al infractor y lo minimizaba en un simple apercibimiento. También podría resultar que no hayan barajado otras propuestas, como la de dejar a los presidente que pudieran optar por otras opciones proponiendo castigos más simples. Lo bien cierto es que lo que escuchamos en las diferentes intervenciones nos lleva a pensar que algo debe estar cambiando en el seno de la Asamblea de Presidentes cuando surgen voces que hablan de falta de respeto y de compañerismo a los que infringen, y hacen caso omiso a los que divagan en sus alocuciones tratando de "marear la perdiz".
No sé si esto ha sido un espejismo o si va a tener continuidad, pero nos encantaría que se empezara a obrar con la coherencia necesaria, que se tengan en cuenta las alegaciones serias en cada expediente, como los dos anteriores que se hicieron en esta misma Asamblea, y que se obligue a respetar lo legislado, al margen de que se revise y se propongan modificaciones en el reglamento o se solicite, si procede, un nuevo congreso para cambiar su articulado.
Lo que sí tendremos en cuenta, como ya advertimos, será el seguimiento de estas infracciones y los resultados de las sanciones propuestas con el sólo fin de recordar que la justicia debe de ser igual para todo el mundo.