
A grandes males, grandes remedios. Las deudas se pagan, y quienes hace poco menos de un año hinchaban pecho ofreciendo a su hijo predilecto un homenaje en el 60 aniversario de nombramiento como tal, ahora eliminan su legado de un plumazo para poder compensar el debe y el haber.
Solemnidad, pero con austeridad. El déficit que han producido las fallas con sus despendios, contrataciones de artistas, artesanos carroceros, y demás, hay que compensarlo de forma inmediata y radical, son gastos que se pueden evitar. Lástima no haber pensado esto mismo antes de gastar en otras partidas que han llevado al parecer a ciertas administraciones públicas a un estado más que lamentable.
Pero bueno, una vez más que sean los falleros los que paguen las consecuencias. Esa maldita estirpe de gente alocada, y que cada año tienen la puñetera manía de generar millones y millones de euros en una economía de la que acaban disfrutando todos. Generando puestos de trabajo, gastos en diversos sectores, en conjunto, incentivando la economía. A esa gente hay que controlarla. Casi me da por pensar que exclusivamente por culpa de ellos hemos llegado a esta situación. Malditos derrochadores. Aplaudamos esta iniciativa, que cunda el ejemplo, y que se controlen de forma inmediata todos aquellos gastos que puedan producir ingresos.
Y ahora, díganme si quieren demagogo. Lo agradeceré profundamente, viniendo de ustedes, paladines de semejante arte, será un alago.