Mi amigo y durante muchos años compañero en el trabajo Pablo Motos se inventó dos marionetas y las bautizó con estos nombres que, por cierto está comercializando con éxito, de lo que me alegro como él ya sabe.
La expresión por todos conocida significa avanzar con dificultades, aunque eso sí, llegar al final de los objetivos o lugares donde se pretende.
Al tener que encabezar esta columna encontré el enunciado a tenor de cuanto ocurre en el día a día de la fiesta y a su vez el pareado que podría seguir al titular, algo así como “dale al pedal Pascual”.
Si a los presidentes y cargos directivos de falla hay que reconocerles ciertos méritos añadidos por los inconvenientes que atravesamos y bastante hacen con salir adelante “a trancas y barrancas”, los hay quienes tendrían que darse cuenta que sus actuaciones no se corresponden con la entidad que se le quiere transmitir a la fiesta.
No están obligados a acaparar estudios sobre protocolo, agasajos y comportamientos en actos puntuales, pero al menos con un mínimo de disposición no les fallarían los elementos como ocurrió recientemente en la presentación de maquetas y bocetos de la Asociación de Fallas de la Sección Especial.
Palabras mayores lo de los cobros de la lotería de Navidad de la Federación de Fallas de la misma sección, con el trasiego en la domiciliación. Esto deja una imagen de la que mejor no entrar en comentarios, porque esto también ocurre con las papeletas de numerosas entidades a la hora de
recuperar devoluciones.
En las Asambleas de Presidentes se sigue con el extravío de plantear cuestiones en particular más propias de resolver en los despachos, sobre todo en el capítulo de ruegos y preguntas, secuencias que sólo interesan a quienes las formulan y que no hacen más que prolongar los discursos más allá de los contenidos anunciados en el orden del día.
Contar y no acabar si entramos en presentaciones, semanas culturales, galas y eventos cara al público, donde algunos se presentan en un escenario con mangas de camisa, pantalones cortos, bermudas, incluso chanclos. En algunos casos se dejan las chaquetas colgadas en los respaldos de las sillas.
Y no es que el desprestigio vaya en contra de la persona que así actúa, es que a veces ocurre al desfilar en compañía de una fallera mayor debidamente ataviada y el estandarte de la comisión a la que representan.
Aunque afortunadamente cada vez son los menos, sobre todo desde que apareció la costumbre de utilizar la indumentaria masculina, lo cierto es que la fiesta sigue adelante y así será pese a cuanto suponen las circunstancias económicas que venimos padeciendo en los tiempos que corren.
Así, con las trancas en funciones de pértigas, vamos saltando las barrancas que se nos cruzan en el camino del costoso ejercicio fallero, hasta que el día 20 de marzo volvamos a darle al pedal, llamémonos Pascual o como nos hubieran inscrito en el registro.
Se equivocan los que presumen de fluidez u ocultan su realidad con velados endeudamientos, que no harán otra cosa que complicarles el camino del futuro ciclo fallero.
Y por favor, que los recortes no mermen lo fundamental, los monumentos, los fuegos y la música, luego pongan todo lo demás en orden a sus preferencias.
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A trancas y barrancas
- Emilio Polo
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