- Entonces, ¿no recuerdan cómo han llegado ustedes aquí?
- No, en absoluto. Estábamos donde siempre y de repente… de repente desparecimos. No sé cómo, pero llegamos a este sitio… tan extraño…
- ¿Y qué piensan hacer ahora?
Eso me pregunto yo. ¿Qué harán ahora? No, no estoy viendo una película de abducciones extraterrestres, estoy leyendo la Clasificación de Fallas 2011.
Ya es el segundo año que los guarismos juegan una mala pasada a más de uno que se las veía felices en la sección que quería competir. Y como haría cualquiera fallero,seguro que estaba vendiendo la piel del oso antes de cazarlo, tal y como es habitual, pero de repente se encuentra lanzado o al estrellato o a estrellarse. Y tanto en uno como en otro caso es una sorpresa. Si esperaba estar en una sección inferior a la que le ha tocado, entona el “pobre de mí” y ahí se queda, a verlas venir… de canto, seguramente, porque los demás llevan un presupuesto más holgado que él, y eso a priori podría ser determinante para el resultado.
Si a nuestro protagonista se le antojaba estar en una sección pero con presupuesto “apañao” para hacer bulto y que no se notara, igual le han dado una sorpresa y se ve a sí mismo como candidato a la gloria de la sección inferior inmediata a la que, en teoría, su sapiencia a la hora de hacer números le había dicho que iba a estar.
El caso es que el tomate ha llegado picadito y salteadito con la nueva clasificación de fallas. Algunos, que no son ni pocos ni muchos, le echarán amigablemente las culpas a la sección Especial, sus límites y sus recortes. Si me permiten, y visto lo visto en la “Festa per a tots”, los únicos recortes son monetarios, porque si hablamos de los cuernos de los astados, hay que decir que los llevan bien hermosos y listos para empitonar a los rivales. Me refiero a los proyectos y su poderío. Propuestas sobrias, recargadas, grandes, coquetas y satíricas. Unos proyectos que cimentan la convicción de que el dinero no hace -del todo- a una falla competitiva. También me hacen pensar en las fronteras y en lo fácil que son de traspasar y burlar. Y si el término fronteras me lo cambia usted por límites presupuestarios, pues eso. Lo que están pensando.
Volviendo al tomate, el kétchup rico, rico nos lo vamos a echar en la 1ªA. Porque digo yo que tener 19 fallas en la sección de plata es un dislate de tomo y lomo. Una situación bastante absurda y difícil de tragar. Pero claro, es un dislate sólo en el caso de que queramos una sección con un nivel parecido y con las mismas armas para intentar ganar o por los menos hacer podio.
Las fallas que han subido de la 1ªB entran en escena con la vitola de “pequeñas” de cara al resto de la sección. La lógica de los presupuestos y las ideas de competencia a priori en otros pagos y no en los actuales podría hacer que esto fuera verdad. No obstante, espero que todos estén en la pomada por el bien del espectáculo, y que veamos una lucha emocionante, aunque abundante por desgracia, pero riñendo con la calidad de los proyectos plantados por bandera. Recuerden lo que David le hizo a la enorme testa de Goliat con una simple piedrecica. De momento le echaremos más morbo a la cosa, que eso se lleva mucho ahora.
A fin de cuentas, a los que nos gusta la falla más que comer con los dedos esto nos motiva aún más. Especular, pensar, elucubrar, sumar y restar. Los consolidados en la sección de plata contra los chicos del bronce.
¿Y si alguno de esos chicos resulta ser de oro? ¿Y si gana el que dicen las quinielas? ¿Y si la primera, con tanta falla, acaba siendo víctima de eso mismo? ¿Y si nos repensamos de una vez si queremos o no una clasificación de fallas como la que tenemos, y pasamos a la acción para cambiarla? Esto último olviden ustedes que lo he dicho, porque que se ponga todo el mundo de acuerdo sí que sería una película de ciencia ficción.
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Y de repente, un extraño
- M. Andrés Zarapico
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