Uno que peina canas en el escaso cabello que le queda, y después de algunos años observando el proceder del colectivo, no debería sorprenderse de determinados aspectos de los que vienen siendo habituales en el devenir de la fiesta, y más concretamente en los que conciernen a nuestras fallas.
En este número correspondiente al mes de febrero ofrecemos una entrevista con el presidente de la Interagrupación, un órgano que se supone fue creado para la observación y mejora del colectivo, puesto que en él se integran la mayoría de las agrupaciones y por lo tanto el casi 100% de comisiones que integran el citado colectivo.
Pues bien, a pesar de haber contado con la mayoría en la elección de su presidente, después, suponemos, de haber consensuado posiciones entre los representantes de cada uno de esas agrupaciones, ahora resulta que dicho órgano no sólo no funciona, sino que existe un mal de fondo en su interior que hace imposible el entendimiento y menos el avanzar en la mejora de lo que, en principio, se suponía que era su “leiv motiv”.
Sin decantar la balanza hacia uno u otro posicionamiento, uno tiene que pensar que, cuando menos, esto es un perjuicio claro y conciso que se le está haciendo a la fiesta, una pérdida de tiempo que supone el que cada uno vaya por su lado y no exista una coherencia a la hora de hacer frente a problemas que están patentes, con el agravante de que ello supone enfrentamientos, equivocaciones de los que están al frente del colectivo y vueltas a lo mismo sin soluciones consensuadas.
Durante la entrevista hemos podido comprobar la soledad, el desencanto y la apatía de un presidente que, al margen de que tenga o no capacidad para sacar adelante este órgano, se ve solo. Impotente y, según sus declaraciones, maltratado por sus propios compañeros.
Triste, muy triste lo que viene sucediendo, cuando hubo una oportunidad clara para, si no se le creía con capacidad, haber nombrado a cualquier otro presidente de agrupación. Pero no, nos quitamos de encima el problema circunstancial que suponía la renuncia del anterior a seguir al frente y creamos otro que nos lleva a, cuando menos, pasar todo un año en blanco con el consiguiente problema de estancamiento y falta de ideas que aportar.
Siempre ha sido habitual las diferentes corrientes que existen en cualquier organización, grupo o colectivo, pero, en este caso, no entendemos ese apoyo inicial y el abandono posterior, por ello, uno se plantea la idoneidad en la creación de estas agrupaciones y su máximo órgano -Interagrupación-, que no aportan nada y que dan la impresión de moverse por el mero hecho de una subvención.
No entendemos como existiendo los sectores, dependientes directos de la Junta, se llegaron a crear estas agrupaciones para después entrar en un inmovilismo total en la parte fundamental que es la aportación de ideas y la mejora en líneas generales, Prueba evidente de ello la que nos está ocurriendo en este momento con la Ofrenda, donde, por lo que sabemos, tan sólo se han presentado ideas de dos de las 26 agrupaciones.
O nos ponemos de acuerdo eligiendo a los directivos que se consideren preparados, trabajando en líneas adecuadas y consensuadas o habría que empezar a pensar en volver a las raíces con el organigrama de siempre, lo que conllevaría olvidarse de subvenciones y fajines que sólo sirven para ocupar preferencias y organizar alguna que otra semana cultural o acto similar sin que ello aporte mejoras de ningún tipo y si el crear ídolos de barro que sólo sirven para medrar y provocar situaciones incómodas.