Nunca he sido partícipe de los premios o concursos solidarios. La solidaridad siempre la entendí como un acto de generosidad, de dar sin esperar recibir nada a cambio. No me gustan las iniciativas que premian públicamente lo que quizás se debería hacer a mi entender, y en caso de hacerse, en privado. Me molestan incluso sobremanera ciertas "loables" intenciones, por entender que en ocasiones, tanto empresas como colectivos públicos o privados, y en nombre de la citada “solidaridad” lo único que buscan es una notoriedad pública, invertir en un “obra social” cuya imagen sea de público reconocimiento con la intención de sacar un beneficio, ya sea crematístico en el peor de los casos, compensar otras actividades, o simplemente que sea “publicitariamente” rentable a sus intereses.
Dicho esto, me parece encomiable la labor de ciertos colectivos falleros que pierden horas y horas de su tiempo en un compromiso con sus convecinos, a todas luces, verdaderamente solidario, generoso, y de una dignidad y respeto más allá de toda duda. Detesto por ello a quienes critican sin reparo estas acciones, alegando algo tan banal y falto de contenido ético-humano como que las fallas se deben preocupar exclusivamente de sus menesteres. Las fallas, como cualquier colectivo o persona en nombre propio, no tiene obligación alguna de hacer nada, pero a su vez han sido y serán siempre un ejemplo organizativo que alcanza a pie de calle un valor incalculable para cualquier menester. De solidaridad fallera a lo largo de la historia y a diario, hay ejemplos para aburrir, pero centrándonos en los últimos años, y viendo la distribución de reconocimientos de la Gala Solidaria 2012, tengo que decir que literalmente no entiendo nada. Con todo el respeto del mundo a cada uno de los premiados, lo que han hecho con los proyectos de la Falla Santa María Micaela-Martín el Humano de Valencia, y la Falla Cronista Vicent Beguer i Esteve de Torrent, no es de recibo. Antes de que ningún "avispado" me diga que si son amigos míos lo diré yo alto y claro, si lo son, y a mucha honra. Y me siento orgulloso de tener amigos como los "micaelos" que entre sus múltiples y variada acciones han puesto a la Fundación Maides en boca de Valencia entera. Que han generado una campaña de conocimiento y divulgación con una proyección brutal. Que han sabido concienciar desde una humilde comisión fallera a la sociedad valenciana en su conjunto vía prensa, radio y televisión hasta tal punto de recaudar con su proyecto "Estic en el Desamparats" más de 33.000 euros, una cantidad que supera con creces la lograda por todo el colectivo fallero en su conjunto, en beneficio de las casas de acogida de enfermos mentales tuteladas. Pero además generó una relación de nuevos asociados que seguirán contribuyendo a buen seguro en años sucesivos. Este proyecto en verdad no creo que fuera merecedor de un reconocimiento público en forma del primer "palet" solidario, está mucho más allá de todo lo aportado, e insisto, con todo el respeto del mundo y reconocimiento a los premiados por delante. De lo presentado por la comisión del Botánico, sólo con "Estic en el Desamparats" está por decirlo en términos falleros, fuera de todo concurso, por razones humanas, divulgativas y crematísticas. Señores, revisemos nuestros propios baremos, que con la solidaridad, no se juega.